Respuesta de amor a Jesús pobre y a los pobres
Después de criarse en la nobleza se hizo sacerdote, y fue distinguido con honores eclesiásticos. Pero él prefirió dedicarse a los enfermos de un hospital en Vicenza, de tal manera que muchos nobles de la ciudad se sintieron atraídos y se acercaron también como voluntarios al hospital.
Luego se trasladó a Venecia, donde gastó su fortuna para reparar un hospital y ayudar a los pobres. Después fundó una congregación que debía caracterizarse por un total desprendimiento y por no poseer renta alguna, viviendo en el día a día de lo que la providencia de Dios les concediera. Su sueño era que los sacerdotes vivieran como los primeros cristianos. Uno de sus lemas era: "No el amor sentimental, sino el amor activo".
En el Evangelio hay una promesa para las personas desprendidas: al que se entregue a Dios por el Reino no le faltará nada, no tendrá que preocuparse por su futuro (Lucas 2,27-30), porque estará protegido y tendrá el auxilio de su Padre. En el pequeño grupo de los primeros compañeros de San Cayetano podemos ver realizado este misterio de pobreza y desprendimiento que el Evangelio propone, pero que no se trata de una ascesis fría y perfeccionista. Es más bien una respuesta de amor a Jesús pobre y un modo de unirse más perfectamente a los pobres, amados con predilección. Pero también podemos reconocer en ellos el consuelo y la alegría de los que, en su pobreza, se saben protegidos por el amor del Padre.
Por eso, podemos descubrir que al Espíritu Santo le gusta crear comunidades santas, y no sólo individuos santos. Pensemos qué hermoso sería si el Espíritu Santo pudiera santificar nuestra familia, nuestro grupo de amigos, nuestro barrio, así como santificó a la comunidad de San Cayetano.
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