«El verdadero tabú es la virginidad, es la Verdad que es Jesús»: lo que dijo Ariño ante 200 jóvenes
La policía autonómica blindó la parroquia. Las charlas del Café YouCat suelen congregar entre 60 y 100 jóvenes: en esta ocasión había más de 200. Solo se permitía la entrada a menores de 35 años. Pese a los controles, algunos activistas LGBT se infiltraron para gritar sus consignas al inicio del acto.
Grabado en vídeo y bajo notario
"Este acto se está grabando en vídeo y un notario toma nota y se depositará el vídeo bajo notario", avisó Bruno Bérchez, el sacerdote al frente de la Delegación de Juventud. La Generalitat había avisado que enviaría un inspector para comprobar si se producía alguna actividad homófoba (según la reciente ley autonómica que considera como tal casi cualquier crítica a las prácticas o actividades de este colectivo). Si acudió, no se dio a conocer. Por si acaso, los organizadores decidieron dejar constancia de los hechos.
"Este hombre no puede hablar aquí, este señor es un homófobo", gritó uno de los activistas que se infiltraron y que coreaban consignas con una pancarta más bien chusca. "No, no queremos que haga la charla", insistió.
"¿Queréis escuchar a Phillipe o no?" "¡Siiií"
"Bueno, ¿queréis escuchar a Philippe o no?", preguntó Bérchez. "Siiiiií", gritaron doscientos jóvenes de buen humor. Los jóvenes aplaudieron y corearon: "libertad, libertad".
Entonces, tras retirarse los manifestantes, inició su charla Phillippe Ariño. "Los temas que voy a explicar son importantes y muy sensibles y es importante que no hablemos solo de libertad, porque solo hay libertad en la verdad", dijo. "A mí me dejan expresarme en la prensa y me llaman muchas teles. El problema de fondo no es la libertad de expresión, incluso la religiosa. El verdadero tabú es la virginidad, es la Verdad que es Jesús. Si yo me presento como homosexual que es católico, me dirían que muy bien. El problema es cuando hablo de virginidad. El mundo no quiere oír hablar de la Virgen María y del celibato".
La claridad y la comprensión
Resulta que el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, fue compañero de estudios del padre de Ariño, y después escribió el prólogo del libro de Ariño en español, "La homosexualidad en verdad. Romper por fin el tabú" (editorial Desclée de Brouwer, 128 páginas).
En ese prólogo, Omella explica: "no es mediante la condena como se ayuda a resolver los problemas que viven las personas, sino mediante la claridad, la verdad, la comprensión y la propuesta de soluciones", y declara que en eso Phillipe "es un testigo y un maestro".
No hubo discurso de odio
El cronista de "La Vanguardia", presente en el acto, escribe: "El periodista [Ariño] no pronunció un 'discurso del odio' contra los gays como habían temido algunos colectivos, sino que explicó su vida, teñida de reflexiones con pretensión filosófica sobre el hecho de ser homosexual".
La infancia y la salida del armario
Ariño tuvo una mala relación de niño con su padre (algo que, dice, sucede al 90% de los homosexuales) y sufrió bullying (burlas y maltratos) en el colegio, aunque hace mucho que ha perdonado a sus agresores. Su madre en su infancia sufría además una grave depresión. Ariño anunció públicamente que era homosexual a los 21 años, pero no empezó a tener relaciones con otros hombres hasta los 29. “Viví diez historias. No fueron desastrosas, pero sentía que no me llenaban”.
Después fue testigo de la violencia entre las parejas homosexuales de su entorno y escribió de ello en su libro "Homosexualidad contracorriente".
Ariño denuncia que los homosexuales implicados en esta violencia la ocultan, porque airearla es doloroso y porque no quieren dañar la imagen del colectivo. Él conoce personalmente, dice, a 90 homosexuales que han sido violados. "Hay una gran violencia dentro de la comunidad homosexual y no viene de fuera".
Ariño defiende la "continencia" como "el mejor camino". Cuando alguien señaló que era su opción personal, él dijo que también es la propuesta del Catecismo de la Iglesia. ("Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana", Catecismo 2359).
En el turno de preguntas, un joven que se declaró homosexual afirmó que estaba de acuerdo con los planteamientos de Ariño.
Otro joven le preguntó por esas parejas homosexuales que parecen tan felices y equilibradas. Ariño respondió que, por lo general, lo que se ve en esas parejas no es real, que no se ve el dolor que hay detrás. Puede conocer alguna pareja que no le vaya muy mal, pero "no he encontrado parejas homosexuales que resplandezcan, como algunas parejas casadas o célibes".
Admitió que podría cambiar de opinión si las encontrase, "pero de momento lo que he visto es una falta de alegría y de complementariedad en las parejas homosexuales".
¿Feliz siendo célibe? Sí, y si se cae, se levanta
Otro joven preguntó si era feliz siendo célibe. Respondió que sí, y que si sufría una caída enseguida perdía esa felicidad. Admitió, por ejemplo, que tras 5 años de continencia, "volví a caer en octubre por un chico que conocí". Y una vez más constató que no es el camino adecuado.
Los jóvenes escucharon, se emocionaron, rieron, aplaudieron y disfrutaron en un encuentro humano y fraterno, que finalizó con una oración dirigida por mosén Bruno Bérchez que incluyó una petición de perdóna Dios "porque en la Iglesia católica no siempre hemos sido lo que decíamos ser y a veces hemos hecho daño a los homosexuales. Esperemos que no vuelva a pasar".
Así concluyó el acto de jóvenes católicos que ha tenido más revuelo mediático, político y hasta parlamentario en las últimas décadas en Cataluña.</span>
Enviar comentario