Encontrar a Dios entre personas, facturas y viajes
Ahora bien, para poder entrar de lleno en el reto que tenemos entre manos, hay varios requisitos a considerar. El primero, tiene que ver con la oración. Si nos falta, quizá haremos cosas buenas, pero desde el activismo y no a partir de la relación con Jesús que nos cambia, liberándonos de tantas cosas que obstaculizan nuestra felicidad. Lo segundo, requiere estudio, preparación, pues aunque no es un requisito para ser coherente con la fe, si se tiene la oportunidad, hay que aprovecharla pues el mundo actual cambia muy rápido y hay que saber cómo responder. El segundo, implica evitar “clericalizarnos”; es decir, descuidar lo que toca por lo que no nos corresponde. Por ejemplo, aquellos(as) que, teniendo familia, pasan más tiempo en la parroquia que con ellos. No estamos diciendo que haya que renunciar a prestar un servicio, un apostolado, desvinculándonos de la Iglesia, pues sería una contradicción, sino que nunca lo utilicemos para evadir responsabilidades. A veces, los hijos andan desatendidos y resulta que la mamá o el papá están todo el día en pláticas o cursos de oración. Hay que formarse, crecer en la vida espiritual, pero desde el compromiso, porque la principal característica de una buena oración es que, luego de hacerla, baje a la realidad, al día a día. El cuarto, es comprender que no se trata de saturar a los contactos de chat con frases piadosas todo el día, sino de vivir la fe, de asimilarla y que para transmitirla hay que ser asertivos, inteligentes y no de trato pesado.
Encontrar a Dios en las personas, significa ser amables. Por ejemplo, cuando llega un cliente al despacho no verlo (en el caso de los abogados) como un número de expediente más, sino asumir que se trata de alguien que no la está pasando bien. Cuando hablamos de facturas o viajes, quiere decir que la Misa se prolonga al ser y quehacer. Santa Teresa de Ávila, refiriéndose a las monjas que se ocupaban de las tareas de la cocina, decía que a Dios se le encontraba hasta en el puchero y es verdad. Con mayor razón los laicos en medio de la logística de cada día.
En resumen, se trata de participar en la Iglesia, involucrándonos con la realidad que nos rodea, aplicando la fe en lo concreto, haciéndolo accesible a los demás; especialmente, a los que poco o nada saben de esto que nos ha servido como punto de partida y llegada.
Audio: Comunicar la fe católica. El mensajero es la carta de presentación del mensaje: http://ift.tt/2vrwYR6
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