El ángel de Játiva
La verdad, hoy, tiene las patas muy cortas. Con la mentira, en cambio, se puede llegar muy lejos. Como poco a Bruselas. También a la cárcel de Estremera, cierto, pero, por lo general, el mentiroso acaba antes en el Gobierno de Cataluña en el exilio que en la celda madrileña. Aunque haya quien crea lo contrario, el éxito del mentiroso no radica en la desinformación de la sociedad, sino en que ésta acepta por conveniencia que la tierra es plana. La sociedad no soporta la verdad porque la verdad es una llamada a las cinco de la madrugada que te pregunta si eres familia de Andrés González Peña. Cuando dices que sí y preguntas si ha pasado algo no quieres escuchar la verdad: que Andrés ha tenido un accidente, que la tierra es redonda, que Cataluña es una región.
La relación del nacionalismo con la mentira tiene una raíz psicológica: son engañados quienes quieren serlo. Existe, pues, predisposición para permitir la intoxicación de la historia, que es una materia tan dúctil que puede ser moldeada en función del interés del que la manipula. Que no tiene por qué ser necesariamente independentista, aunque sí necesariamente de izquierdas. Lo que explica que, por una interpretación delirante del Nacimiento de Cristo, una concejala de Compromís haya retirado la estrella del belén de Játiva, so pretexto de que ofende a fieles de otras religiones, lo que viene a ser como si un edil de derechas liberara a corderos para que morería que no los pase a cuchillo en el Ramadán, so pretexto de que ofende a los vegetarianos.
Además de por la supuesta ofensa al minarete, la concejala arguye que la figura del ángel debe de suprimirse porque no es relevante en Navidad, cuando lo cierto es que la presencia de San Gabriel la determina. A mí no se me ocurriría cuestionar desde el desconocimiento ninguno de los paradigmas de la izquierda. Si tengo previsto criticar el plan quinquenal soviético o la revolución cultural china procuro informarme previamente. Aconsejo, pues, a esta política que haga lo propio con la historia sagrada. Básicamente, porque si confunde al arcángel de la anunciación con el predictor creerá también que el ángel que sacó de dudas a San José en sueños es un precursor de Freud y que el que se apareció a los pastores para anunciarles la buena nueva es un populista con alas.
La relación del nacionalismo con la mentira tiene una raíz psicológica: son engañados quienes quieren serlo. Existe, pues, predisposición para permitir la intoxicación de la historia, que es una materia tan dúctil que puede ser moldeada en función del interés del que la manipula. Que no tiene por qué ser necesariamente independentista, aunque sí necesariamente de izquierdas. Lo que explica que, por una interpretación delirante del Nacimiento de Cristo, una concejala de Compromís haya retirado la estrella del belén de Játiva, so pretexto de que ofende a fieles de otras religiones, lo que viene a ser como si un edil de derechas liberara a corderos para que morería que no los pase a cuchillo en el Ramadán, so pretexto de que ofende a los vegetarianos.
Además de por la supuesta ofensa al minarete, la concejala arguye que la figura del ángel debe de suprimirse porque no es relevante en Navidad, cuando lo cierto es que la presencia de San Gabriel la determina. A mí no se me ocurriría cuestionar desde el desconocimiento ninguno de los paradigmas de la izquierda. Si tengo previsto criticar el plan quinquenal soviético o la revolución cultural china procuro informarme previamente. Aconsejo, pues, a esta política que haga lo propio con la historia sagrada. Básicamente, porque si confunde al arcángel de la anunciación con el predictor creerá también que el ángel que sacó de dudas a San José en sueños es un precursor de Freud y que el que se apareció a los pastores para anunciarles la buena nueva es un populista con alas.
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