Dios, los tontos y las tontas
Tras muchas conversaciones y siempre la misma negativa a creer, la compañera le dijo a mi amiga, con cierto tono de lástima condescendiente: "Mira, no te preocupes tanto por mí, en serio... que yo me voy a salvar".
Digo yo, que si no cree en Dios ¿de qué tiene que salvarse?
¿Y cómo piensa hacerlo?
En realidad me dan igual las respuestas porque lo verdaderamente interesante, y ahora sí viene la cuestión, es lo que la frase revela de su mentalidad. En concreto dos cosas:
- Primera: que en fondo sí cree (a su manera) en Dios, o mejor dicho, en un dios.
- Y segunda: que es ese dios es tonto.
Porque su frase traducida significa lo siguiente: "Mira, yo voy a vivir a mi manera, sin preocuparme de Dios, amándome a mí mismo sobre todas las cosas, sin que nadie me diga lo que tengo o no tengo que hacer, y cuando me muera me salvaré -Dios lo hará-... porque yo soy una buena persona".
Vamos, yo soy un crack (menuda vida me voy a dar) y Dios (y todos estos) es tonto.
¿Qué hacer con un caso así? Poca cosa salvo desearle suerte, porque el que piensa así no suele responder a los razonamientos. Lo mejor es repetirle una y otra aquello que ya hemos dicho otras veces en este blog: Dios es muchas cosas (bueno, bondadoso, misericordioso...), pero no es tonto.
Aramis
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