La sentencia
Si la prensa no oposita a fiscal es porque cree que no le hace falta, dado que el poder emana del pueblo, que ella entiende como nadie porque lo adoctrina. Lo que explica la causa por la que la sentencia indigna al pueblo, que se mueve por impulsos previamente inoculados por medios de comunicación que usan para su propósito a las víctimas, a las mujeres, para después olvidarse de ellas: ¿quién se acuerda ya de Juana Rivas? De ahí que, en mi opinión, que nunca es modesta, entienda que es mejor dejar el siguiente fallo en manos del Tribunal Supremo que proponer que lo dicte la calle. Más que nada porque proponer que lo dicte la calle es dejar que las partituras de Mozart las corrija Peret.
Como esto que escribo aquí es difícil sostenerlo en una discusión a contracorriente, de todos a por el salmón, para sobrevivir en la polémica he evolucionado hasta el punto de que ahora abandero la manifestación. A fin de situar ante el espejo a los que claman contra el poder judicial, digo ahora que lo hay que hacer en estos casos es prescindir del tribunal para que a estos animales sevillanos los juzgue directamente un consejo de sabias que tengan ya la tijera preparada. Hombre, no, dicen, pero en realidad es lo que sugieren algunos. Otros no llegan a tanto, pero avivan el fuego. Como el alcalde de mi ciudad, un buenazo del PP que propone que se alce la voz contra la sentencia sin comprender que su gesto de izquierdas no servirá para que le vote ninguna mujer de pelo azul.</span>
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