De esa anciana que se doctora en medicina… ¡¡¡a los 102 años!!!
Cuando la alemana Ingeborg Rapoport tenía veinticinco años, presentaba su tesis sobre la difteria y solo le faltaba el examen oral para doctorarse. Pero corría el año 1938 y las leyes vigentes en Alemania impedían darle semejante titulación a una persona como Ingeborg. “Por la presente certifico que Ingeborg Syllm me entregó un trabajo que sería válido como doctorado si las leyes vigentes no lo imposibilitaran por su ascendencia”, decía sin reparos el documento firmado por el director de la Clínica Universitaria Infantil de Hamburgo el 30 de agosto de 1938. ¿Qué había pasado? Pues sencillamente que Ingeborg era judía y las leyes de Nuremberg aprobadas en 1935 por el gobierno de Adolf Hitler, prohibían otorgar titulación semejante a un judío.
 |
| Ingeborg Rapoport |
La hermosa historia arranca el día en que el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo conoció su historia y propuso a Ingeborg examinarse para obtener el doctorado. Los obstáculos no eran pocos y curiosamente, la avanzada edad no se presentaba como el peor, pues Ingeborg es de esas personas adornadas con el don de la lucidez longeva. Pero Ingeborg estaba prácticamente ciega. No debió faltarle sin embargo la colaboración de tantos colegas dispuestos a participar en tan hermosa historia y ponerle al tanto de los avances experimentados en los últimos años para que pudiera pasar el examen que se le proponía.
Examinada por el decano y otros profesores en su propia casa, se dice pasó la prueba con creces. Cabe pensar que el tribunal no se emplearía con la dureza propia del caso, pero al fin y al cabo, ¿no ese es un privilegio que Ingeborg se había ganado con su edad y con la larga vida dedicada a la medicina y a la investigación?
El doctorado a la persona más anciana del mundo no es el primer récord que batía Ingeborg, pues en tiempos tan tempranos como 1969 ya ocupó la primera cátedra de neonatología de toda Europa, cosa que hizo en el hospital berlinés de Charité, en ese estado fracasado que fue la República Democrática de Alemania.
La vida de la anciana doctora en medicina alemana ha sido de lo más azarosa. Nacida el 2 de septiembre de 1912 en un Camerún que era entonces colonia alemana, en 1938 tendrá que huir del país sobre el que gobernaba un pletórico Adolf Hitler, con lo que al menos, salvaría una vida que no pudieron salvar tantos otros de su raza y religión. En Estados Unidos se casaría con Samuel Mitja Rapoport, tendría cuatro hijos y obtendría otro doctorado. Después de pasar por lugares tan diferentes como Brooklyn, Nueva York, Baltimore y Akron, también de allí tendrá que emigrar, esta vez por sus simpatías comunistas que le convertían en persona non grata en el país. Primero a Austria, luego a la RDA.
Así que hoy sólo nos queda decirle: “Felicidades Ingeborg”. Y larga vida para disfrutar de tu merecido doctorado.
Y sin más por hoy, que hagan mucho bien y que no reciban menos. Hasta mañana.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(puede hacer click sobre ellos si desea leerlos)
Ha muerto Besse Cooper… ¡¡¡una chavalita de ciento dieciséis años!!!
De la película “El doctor”, con William Hurt
Siete años y medio de cárcel… ¡¡¡por tocar el piano!!!
He trabajado 14 horas diarias durante 37 años… ¡y ahora me llaman genio! Semblanza de Pablo Sarasate
Del corredor español que dejó ganar la carrera a un keniata despistado y de Perico Delgado
This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at http://ift.tt/jcXqJW.
Enviar comentario