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Jesuita en la Legión

Notas recogidas del blog Guerra en Madrid
-¡Padre!, ¡ocúltese…!... Que le van a matar.

Era una advertencia que constantemente le hacían al Padre Huidobro los legionarios de la 4ª Bandera, preocupados por él cuando le veían desplazarse de un lugar a otro de la primera línea del frente de batalla buscando heridos, mientras alrededor le silbaban las balas y caían los morteros.

-¡Qué me van a matar! –respondía con tranquilidad e incluso ironía- ¿Quiénes me van a matar? ¡…Los rojos!. No hombre, no; los rojos no  matan…la muerte la decide Dios.

Esta respuesta define las características humanas de aquél sacerdote jesuita: ejemplo de valor desplazándose siempre en línea de combate para realizar su misión sacerdotal con los suyos y por otra parte de respeto, amor y generosidad hacia sus enemigos, a los que no considera culpables de su muerte.

El Padre Fernando  Huidobro  nace en Santander en 1903, en  el seno de una familia acomodada de muchos hermanos, de hecho uno de ellos de nombre Ignacio también era jesuita. En su último año de bachillerato, decide ingresar en la Compañía de Jesús, ingreso al que su madre no se opone pero sí le solicita que inicie sus estudios universitarios hasta que realmente se encuentre convencido de su vocación.

En 1919 ingresa en la Compañía de Jesús al mismo tiempo que continua sus estudios universitarios en los cuales destacaba sobremanera. En el año 1931, vestido de seglar dada la situación anticlerical existente en España en aquella época, el Padre Huidobro trataba de conseguir su doctorado en Filosofía, para lo cual estuvo unos días examinándose en la Universidad Central de Madrid. Algunas fuentes cuentan la anécdota curiosa que aquél joven sacerdote impresionó de tal manera al Tribunal en el examen de Lógica, entre sus miembros estaba Julián Besteiro( de influencia tan importante al término de la Guerra Civil), que no tuvieron otra opción que darle matrícula de honor. En el examen que presidía Besteiro le pidieron que oralmente disertara sobre la teoría filosófica de Kant, aspecto éste que desarrolló con gran perfección y brillantez. Al termino de esa exposición de las ideas kantianas con el total acuerdo del Tribunal, al Padre Huidobro  no le pareció suficiente y disertó de nuevo durante largo tiempo sobre las razones por las cuales él no se encontraba acorde con dicha postura filosófica.

La llegada de la República generó una profunda preocupación en el Padre Huidobro. La quema de templos y conventos religiosos, la inseguridad pública y los múltiples asesinatos que se cometían por personas de tendencias políticas extremas había llevado al país a una difícil situación. En enero de 1932 el gobierno de la República decreta la disolución de la Compañía de Jesús y la incautación de sus bienes. A este decreto había precedido previamente algunas quemas de instalaciones jesuitas (por ejemplo el colegio de Aranjuez en mayo del 1931). Los jesuitas fueron desterrados de España y encontraron cobijo en otros países europeos (Bélgica, Holanda,  Francia, Alemania, etc).

El Padre Huidobro se encontraba en Oña en aquella época, de cuyas instalaciones y con otros compañeros, fueron materialmente expulsados por el delegado gubernativo acompañado de la Guardia Civil; en su cuaderno personal, el religioso cuenta aquellos hechos En autobuses marcharon para salir de España por Irún; ya no volvería hasta iniciada la Guerra Civil.

España era su obsesión: a pesar de entregarse con entusiasmo al estudio en distintos países europeos, el concepto de España aparece siempre en su pensamiento, era como si su corazón nunca hubiera abandonado el país que le vio nacer. Y esta obsesión y entusiasmo por España aparece en todas las facetas de su vida: en sus cartas, en sus apuntes espirituales,  en su cuaderno de las intenciones de sus  misas, en trozos sueltos de papel que aún se conservan e incluso en sus conversaciones. El nombre de España salía de sus labios pronunciado siempre con veneración y cariñoso orgullo ante todos los extranjeros: el alemán Padre Maas definía a su condiscípulo Padre Huidobro con estas palabras:

“El Padre HUIDOBRO es para mi un fiel compañero en  mis paseos. Lo que principalmente me gustaba en él, era su grande apego a España por la que tenía profundo amor y entusiasmo”. En apuntes de puño y letra en su cuaderno diario en junio de 1935 : “Amor a la Compañía. Ella y mi madre y España; y por medio de  todos, la Iglesia me ha hecho y por la Iglesia Dios”


Siempre informado de los sucesos que ocurrían en España, el asesinato de Calvo Sotelo  le hizo escribir “…Me horroriza la noticia del asesinato de Calvo Sotelo. Dios le haya perdonado sus pecados de hombre. Era un cristiano y un caballero.  Señor, él te confesó a ti, cuando muchos  te negaban, yo creo que para Tí fue su último pensamiento.  Señor mio Jesucristo para Ti  y para España….¡Recibe Señor esta sangre generosa!....”.

El día 25 de agosto del 36 el Padre Huidobro sale del Colegio de los Jesuitas de Les Avins (Francia) y marcha por París, Hendaya, Elizondo y Pamplona,  donde permanece unos días, desde allí escribiría: “Pamplona 30 de agosto de 1936. Muy amado en Cristo Padre Sánchez Robles: entramos ayer en esta Navarra bendita. Hemos hablado con los requetés que lo llenan todo de religión, idealismo, Patria y hasta elegancia. Con sus boinas rojas y sus uniformes kakis, limpísimos y su correaje nuevo. ¡Que muchachos! ¡Cómo hablan de la muerte!. Antes de salir de Pamplona, ya nos confesamos y luego todas las noches rezamos el Rosario; por lo tanto, ¿para qué tenemos que tener miedo?. Confiesan y comulgan con mucha frecuencia y ellos son apóstoles de los otros….”.

Desde Pamplona, pasando por Burgos donde recibirá instrucciones, marchará hasta Talavera donde el Padre Huidobro se incorpora como Capellán de la Legión el 8 de septiembre, en la columna del Teniente Coronel AsensioEn Cáceres, mientras buscaba destinos para los jesuitas que le seguirían desde el exilio, tuvo  la oportunidad de conocer al General Franco, el cual según sus palabras le dijo cuando se despidieron, con muestras de gran estima por sus ministerios sacerdotales: “Trabaje usted Pater y sus compañeros cuanto pueda por el bien espiritual de nuestros soldados”.

Posteriormente al Padre Huidobro acompañarían otros jesuitas en las distintas Banderas de la Legión, de esta forma se organizarían: Padre García Martín (1ª) Padre Huidobro (4ª) Padre Allende Salazar (6ª) Padre Marín Triana (7ª) Padre Ilundaín (8ª) Padre Hermenegildo Val (9ª), Padre Caballero (10ª).

Si bien en el momento de su presentación ante la 4ª Bandera, el Padre Huidobro, causó una pobre impresión entre los legionarios por su aspecto juvenil casi imberbe(aparentaba unos 20 años),  sus gafas de concha, su pequeña estatura, etc. Sin embargo, muy pronto demostraría su heroísmo y celo apostólico, hasta el punto que muchos ante su comportamiento en la batalla tomarían conciencia de la llegada de un auténtico legionario que cumpliría a la perfección el  himno de la legión, “tan valiente y temerario…”,“de bravura sin igual”.

En el domingo 11 de abril de 1937 hacia el mediodía ante una fuerte contraofensiva del ejército popular, el Padre Huidobro muere a causa de un obús que explosiona en un chalet situado  en la Cuesta de las Perdices en la entrada al pueblo de Aravaca, y que los Legionarios utilizaban como puesto de socorro: acababa de entrar procedente de la primera línea de fuego, acababa de oír que le decían “Padre ocúltese que le van a matar, no ve como silban las balas” mientras buscaba heridos por el campo, acababa de presentir la necesidad de su ministerio en el Puesto de Socorro. En ese mismo lugar, tumbado en una camilla y envuelto en su capote,  permaneció dos días mientras se informaba a los Padres Jesuitas y se preparaba una caja de madera y se congregaban sus compañeros para el sepelio.

“Acaba de perder la Legión un verdadero Padre, la religión un santo y España un  héroe” fueron las palabras pronunciadas por el Comandante de la 4ª Bandera.Fue enterrado en el Cementerio de Boadilla del  Monte al atardecer del día 13. En el Cementerio, con el General de la División Iruretagoyena y todo su Estado Mayor,  el Comandante Calvo, El Conde de Argillo (consuegro de Franco), el Capellán del Hospital de Boadilla y mas de cuarenta Guardias Civiles  se rezó un  responso, colocaron la caja en un nicho nuevo y algunos Guardias Civiles lo cerraron el con ladrillos. La emoción de aquél sencillo y humano acto,  silencioso y solemne al mismo tiempo, corrió como una brisa por el lejano frente de batalla donde se encontraba la 4ª Bandera, y muchos legionarios derramaban unas lágrimas, a la vez que lo hicieron aquellos que lo presenciaron.

El Teniente Coronel de Artillería Luis Alarcón en carta a su familia, decía “…todos le teníamos un gran afecto,  ya que sus condiciones de valor, virtud, talento, abnegación y sobre todo entereza de héroe, eran muy difíciles de reunir en una sola persona. Y este es el elogio póstumo que de él hacen desde sus Jefes al último soldado”.

Existen algunas controversias en relación a la muerte del Padre Huidobro. En primer lugar el punto exacto donde murió que algunos sitúan en el monumento que en su memoria existe en el kilómetro 8 de la carretera de La Coruña. La realidad es que la mayoría sostiene que no fue ese lugar en el que murió sino en las primeras casas donde se iniciaba el pueblo de Aravaca  y que el crecimiento de tal población impidió situarlo en el sitio justo. Otra fuente de discrepancia radica en cómo fue muerto. La mayoría de los historiadores opinan como se ha expresado antes, la metralla de un mortero que entra en el puesto de socorro donde solía situarse el padre Huidobro, pero otros historiadores como Paul Preston opinan que no fue la metralla del obús la causa de su muerte, sino que fue una bala amiga por la espalda la que terminó con la vida del Padre Huidobro y esto debido a la gran actividad y defensa que siempre mostró de los soldados enemigos que en el transcurrir de las batallas eran hecho prisioneros. Estos interrogantes, ocasionaron que el proceso de beatificación del Padre iniciado por la Compañía de Jesús se suspendiera.

El padre Huidobro tiene una calle en Madrid. Pronto, si nadie lo remedia, la perderá por culpa del ayuntamiento izquierdista de hoy.
Descanse en paz.

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