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Beata Lucía de Narni, terciaria dominica.

Beata Lucía de Narni, esposa y virgen, terciaria dominica. 16 de noviembre.

Lucía fue hija de padres nobles y virtuosos, y desde niña destacó por su piedad, así como por el don de profecía, sin error alguno en sus vaticinios, tanto en el ámbito familiar, como público. No jugaba como las demás niñas de su edad, sino que su entretenimiento era adornar altarcitos y rezar oraciones a María y los santos. A los 5 años, estando en una iglesia, le pidió a una imagen de María le diese al Niño que llevaba en brazos, a lo que accedió la imagen, convirtiéndose el Niño de piedra, a carne. Logrado su propósito se lo llevó a su casa, donde lo tuvo durante 3 días, en los que no se separó de él ni para comer o dormir, hasta que el Niño volvió solo a su sitio. Durante su infancia y adolescencia tuvo varias enfermedades graves, de las que sanó gracias a sus oraciones a los santos de su devoción, entre los que estaban, Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto, 24 de mayo, traslación de las reliquias, y 15 de septiembre "in Soriano").

Según creció, esta afición a los santos se tornó en devoción sincera y trato familiar en la oración con Dios, que le regaló varias visiones y apariciones de santos, con los que tenía trato como de tú a tú. A los 7 años, no dudó en hacer un voto de castidad, que el mismo Dios refrendó otorgándole un anillo como su esposa (hecho frecuente en santas de la misma Orden), mientras Santo Domingo le imponía el escapulario dominico. Así consagró su corazón para Dios, por lo que rechazó varios pretendientes, mientras Dios no le dijera expresamente que estado debía tomar, si religiosa, virgen seglar. Pero tuvo una visión de la Virgen María, que le ordenaba ser como Ella misma: casada y virgen. O sea, que dice la leyenda que pactó con el prometido que al final aceptó, tener un matrimonio blanco, o sea, mantener la pureza. El "Sacro Diario Dominicano" dice "Debemos suponer que habiéndolo querido Dios así, dispuso todos los medios para que así sucediese", comprendiendo la dificultad práctica de semejante estado de vida, que ni es una cosa, ni es otra. Tenemos que comprender la mentalidad de la época, que duró hasta hace poco, donde la virginidad era considerada una virtud y estado superior al matrimonio, como si el sexo practicado fuera algo que aleja de la virtud y la santidad.

Como sea, nos dicen que continuó su vida de penitencia, oración y caridad. No se dejó llevar por el lujo ni las apariencias de la vida cómoda que podría haber llevado. Fue humilde y lo fue de veras, llegando a trabajar como una criada más, en los oficios más sucios de su casa. Fue paciente con sus familiares y los de su esposo, que no entendían su austeridad, mansedumbre con los criados, su horror por los adornos, maquillajes y vestidos caros. Y más paciente aún, con su marido, que la maltrataba y humillaba constantemente, llegando hasta el extremo de encerrarla en una bodega, como castigo de sus "extravagancias".Y aquí tomó cartas en el asunto la autoridad eclesiástica, separándola de su marido (el no haber consumado el matrimonio fue una ventaja, al final).

Desde entonces, ya mas libre, siguió con sus deseos de perfección y santidad, para lo cual, entró en la Tercera de la Orden de Santo Domingo, y para evitar problemas con su esposo y familiares, fue enviada a Viterbo. En este monasterio recibió la impresion de los estigmas de la Pasión. Con su ejemplo, persuasión y autoridad, reformó el convento, mejorando la disciplina y la piedad.

Era muy asidua a la meditación de la Pasión del Señor y estando un día estando orando delante de un Crucifijo, este la hirió con las llagas en las manos, pies y costado. Dichos estigmas fueron tenidos por falsos por muchos, incluidos superiores y demás religiosas. No es de asombrarse, ha habido más estigmas provocados y falsos que reales. El papa Alejandro VI la llamó a Roma e hizo examinar las llagas por el Maestro del Sacro Palacio, Fray Bernardo de Resina. Este lavó fuertemente las llagas, para ver si eran pintadas o superficiales. Luego le puso unos guantes del propio Alejandro VI, atándolos con cadenillas y candados, sellados con el lacre y escudo del papa a las muñecas, de tal forma que no pudiese quitarselos. Si fueran heridas provocadas o se sanarían o se infectarían, provocando materia purulenta. Así estuvo por nueve días, al cabo de los cuales, rompieron los sellos, le quitaron los guantes y hallaron los estigmas sin corrupcion, frescos, con buen olor a pesar de la sangre. Alejandro VI dio los estigmas por verdaderos.

El papa Julio II la trasladó a Ferrara, contra su voluntad, como fundadora del monasterio de Santa Catalina, adiestrando a las jóvenes que pedían el hábito dominico. Aquí padeció calumnias, burlas, injurias durante treinta y ocho años. Esto, junto a sus penitencias y enfermedades la fueron consumiendo, hasta morir el 15 de noviembre de 1544, a los 60 años, bastante para el siglo XVI. En 1710 se trasladó su cuerpo y se halló incorrupto, siendo visibles las llagas de la Pasión. Tenida como santa por las religiosas, Clemente IX aprobó su culto, mientras que Benedicto XIII lo extendió a toda la Orden, y a las ciudades de Ferrara, Viterbo y Narni.

Fuentes:
-“Sacro Diario Dominicano”. FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-“Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores”. Fr. Manuel Amado. O.P. Madrid, 1829.

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