Los Magos volvieron por otro Camino
Con la Epifanía concluyen la celebraciones de Navidad, levemente prolongadas has el Bautismo del Señor. Al mismo tiempo se inicia un camino. Ya no tienen necesidad de pararse en ningún sitio. La estrella les condujo a Belén y en Belén encontraron a Jesús. Es su luz que ilumina su nuevo caminar.
De las palabras del Papa en la solemnidad de la Epifanía dos cosas me han llamado la atención: un en el rezo del Ángelus, otra en la homilía.
En el Ángelus: “Los Magos, dice el Evangelio, al ver <la estrella se llenaron de alegría>. También para nosotros hay una gran consolación al ver la estrella, o sea en el sentirnos guiados y no abandonados a nuestro destino. Y la estrella es el Evangelio, la Palabra del Señor, como dice el salmo <Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi sendero>. Esta luz nos guía hacia Cristo. En efecto, los Magos siguiendo la estrella llegaron al lugar donde se encontraba Jesús. Allí <encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje>. La experiencia de los Magos nos exhorta a no conformarnos con la mediocridad, a no ir tirando, sino a buscar el sentido de las cosas, a escrutar, con pasión, el gran misterio de la vida. Y nos enseña a no escandalizarnos de la pequeñez y de la pobreza, sino a reconocer la majestad en el humildad, y saber arrodillarnos frente a ella”.
Si contemplamos los personajes que actúan en Jerusalén, encontramos a los Magos inquietos. Apagada la estrella, podían haberse resignado, volviendo a su patria con el fracaso en el corazón. La dificultad les sirve de acicate para preguntar sobre el Niño. No se contentaron con la mediocridad. Porque allí había que sí se contentaron <con ir tirando>. Lo sabían todo. Eran los intelectuales de antes. Sabían dónde tenía que nacer el Mesías. Conocían todas las profecías al Él referentes. No se movieron ni un paso para buscar a Jesús. Somos los instruidos de ayer y de hoy. <Qué me vas enseñar a mí>. No nos quedemos encerrados en nuestro laberinto. Vetea Belén para encontrar al Señor. Sabemos mucho pero el corazón está frío.
En la homilía de la Eucaristía el papa Francisco señaló dos aspectos importantes: A) “Los Magos representan a los hombres de cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios. Delante de Jesús ya no hay distinción de raza, lengua y cultura: En ese Niño, toda la humanidad encuentra su unidad. Y la iglesia tiene la tarea de que se reconozca y venga a la luz con más claridad el deseo de Dios que anida en cada uno. Este es el servicio de la Iglesia, con la luz que ella refleja: hacer emerger el deseo de Dios que cada uno lleva en sí. Como los Magos, también hay muchas personas que viven con el <corazón inquieto>, haciéndose preguntas que no encuentran respuestas seguras, es la inquietud del Espíritu Santo que se mueve en sus corazones. También ellos están en busca de la estrella que muestre el camino hacia Belén”.
B) Entre todas las estrella encontraron una que les cambió la vida. Era la respuesta a su <corazón inquieto>: “Prestaron atención a la voz que dentro de ellos los empujaba a seguir aquella luz- la luz del Espíritu Santo, que obra en todas las personas-; y ella los guió hasta que en una pobre casa de Belén encontraron al Rey d elos Judíos.
Todo esto encierra una enseñanza para nosotros. Es bueno que nos repitamos la pregunta de los Magos: << ¿Dónde está el rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir la estrella y venimos a adóralo>> (Mt 2, 2) Nos sentimos urgidos en un momento como el actual, a escrutar los signos de los tiempos que Dios nos ofrece, sabiendo que debemos esforzarnos para descifrarlos y comprender así su voluntad. Estamos llamados a ir a Belén para encontrar al Niño y a su Madre…Y, una vez que estemos ante él, adorémoslo con todo el corazón, y ofrezcámosle nuestros dones: nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestro amor… Es aquí en la sencillez de Belén, donde encuentra su síntesis la vida de la Iglesia. Aquí está la fuente de esa luz que atrae a sí todas las personas en el mundo y guía a todos los pueblos por el camino de la paz”
De las palabras del Papa en la solemnidad de la Epifanía dos cosas me han llamado la atención: un en el rezo del Ángelus, otra en la homilía.
En el Ángelus: “Los Magos, dice el Evangelio, al ver <la estrella se llenaron de alegría>. También para nosotros hay una gran consolación al ver la estrella, o sea en el sentirnos guiados y no abandonados a nuestro destino. Y la estrella es el Evangelio, la Palabra del Señor, como dice el salmo <Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi sendero>. Esta luz nos guía hacia Cristo. En efecto, los Magos siguiendo la estrella llegaron al lugar donde se encontraba Jesús. Allí <encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje>. La experiencia de los Magos nos exhorta a no conformarnos con la mediocridad, a no ir tirando, sino a buscar el sentido de las cosas, a escrutar, con pasión, el gran misterio de la vida. Y nos enseña a no escandalizarnos de la pequeñez y de la pobreza, sino a reconocer la majestad en el humildad, y saber arrodillarnos frente a ella”.
Si contemplamos los personajes que actúan en Jerusalén, encontramos a los Magos inquietos. Apagada la estrella, podían haberse resignado, volviendo a su patria con el fracaso en el corazón. La dificultad les sirve de acicate para preguntar sobre el Niño. No se contentaron con la mediocridad. Porque allí había que sí se contentaron <con ir tirando>. Lo sabían todo. Eran los intelectuales de antes. Sabían dónde tenía que nacer el Mesías. Conocían todas las profecías al Él referentes. No se movieron ni un paso para buscar a Jesús. Somos los instruidos de ayer y de hoy. <Qué me vas enseñar a mí>. No nos quedemos encerrados en nuestro laberinto. Vetea Belén para encontrar al Señor. Sabemos mucho pero el corazón está frío.
En la homilía de la Eucaristía el papa Francisco señaló dos aspectos importantes: A) “Los Magos representan a los hombres de cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios. Delante de Jesús ya no hay distinción de raza, lengua y cultura: En ese Niño, toda la humanidad encuentra su unidad. Y la iglesia tiene la tarea de que se reconozca y venga a la luz con más claridad el deseo de Dios que anida en cada uno. Este es el servicio de la Iglesia, con la luz que ella refleja: hacer emerger el deseo de Dios que cada uno lleva en sí. Como los Magos, también hay muchas personas que viven con el <corazón inquieto>, haciéndose preguntas que no encuentran respuestas seguras, es la inquietud del Espíritu Santo que se mueve en sus corazones. También ellos están en busca de la estrella que muestre el camino hacia Belén”.
B) Entre todas las estrella encontraron una que les cambió la vida. Era la respuesta a su <corazón inquieto>: “Prestaron atención a la voz que dentro de ellos los empujaba a seguir aquella luz- la luz del Espíritu Santo, que obra en todas las personas-; y ella los guió hasta que en una pobre casa de Belén encontraron al Rey d elos Judíos.
Todo esto encierra una enseñanza para nosotros. Es bueno que nos repitamos la pregunta de los Magos: << ¿Dónde está el rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir la estrella y venimos a adóralo>> (Mt 2, 2) Nos sentimos urgidos en un momento como el actual, a escrutar los signos de los tiempos que Dios nos ofrece, sabiendo que debemos esforzarnos para descifrarlos y comprender así su voluntad. Estamos llamados a ir a Belén para encontrar al Niño y a su Madre…Y, una vez que estemos ante él, adorémoslo con todo el corazón, y ofrezcámosle nuestros dones: nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestro amor… Es aquí en la sencillez de Belén, donde encuentra su síntesis la vida de la Iglesia. Aquí está la fuente de esa luz que atrae a sí todas las personas en el mundo y guía a todos los pueblos por el camino de la paz”
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