Primer Obispo
"Soñé que tenía un niño muy hermoso. Lo llevaba a bautizar y me decía el cura: ¡Este niño va a ser para ustedes una gran bendición y una gran alegría¡. A ese niño, el primer varón que teníamos y que nació el 23 de septiembre de 1908, le pusimos Maximiano...". Con estas palabras de recuerdo de madre, doña Blanca Subercaseaux, plasmó lo que sería en realidad la vida y obra de un hombre de Dios que pasó por Chile y se detuvo en Osorno.
Hoy, 4 de enero, se cumple el 34º aniversario de la Pascua del Obispo Francisco Valdés Subercaseaux. Hombre sabio y bueno que nació en el seno de una familia aristocrática, piadosa, culta y de profunda oración familiar. Sus primeros años los pasó en la "Chacra Subercaseaux" en el borde de la ciudad de Santiago del año1900, educado en el Colegio S. Ignacio de Alonso Ovalle, pronto empieza a sentir el "llamado de Dios", vocación religiosa que se plasma, finalmente, durante un viaje familiar a Italia. A los 19 años inicia su preparación al sacerdocio en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma y, luego, sigue sus estudios formativos en la Universidad Gregoriana. Fue en el Pío Latinoamericano, donde Maximiano empezó a descubrir el carisma de los frailes capuchinos; "eran modestos, alegres, los más pobres, con sus hábitos remendados, descalzos siempre, eran legítimos descendientes del Poverello...Mi vocación estaba clara: franciscano capuchino, misionero en Araucanía".
Después de una intensa vida religiosa en comunidades de los padres capuchinos en Alemania, el 17 de marzo de 1934 fue ordenado sacerdote en Venecia. Dice su madre que entonces "el obispo sopló sobre ellos, tendidos en el suelo, y vino a ellos el Espíritu Santo. Estaba en ellos el poder de hacer bajar a Dios del cielo, de echar los demonios y lavar los pecados; y era cada uno un nuevo Cristo sobre la tierra".
Cuando este hijo de Francisco de Asís llega al sur de Chile en 1939, sus primeras actividades tienen lugar en el Seminario S. José de la Mariquina y más tarde en la Misión Boroa. En 1943 es nombrado párroco-misionero en Pucón, donde por trece años desarrolla una labor extraordinaria en la ciudad y una gran acción evangelizadora en el sector rural que recorrió a pie, a caballo, calzando sus sandalias que vencieron el lodo, la nieve y el frío, allí el pueblo pobre de la zona le llama: "Padre Pancho". En junio de 1956 es nombrado por el Papa Pío XII, primer obispo de la diócesis de Osorno, responsabilidad que se prolongó por 25 años, hasta el 4 de enero de 1982 cuando fallece en el Hospital de Pucón víctima de una cruel enfermedad. Recordamos las palabras de despida pronunciadas por el Obispo José Manuel Santos (6/1/1982): "Su cuerpo va a descansar en esta Catedral que él construyó para que fuera alabanza a Dios...".
Descanse en paz
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