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San Etto de Dompierre, obispo.



San Etto de Dompierre, obispo. 10 de julio y 22 de junio, traslación de las reliquias.

Su "vida" fue escrita por un monje de Liesse, y es lo suficientemente tardía como para dudar en los detalles. Etto fue natural de Irlanda, y floreció a inicios del siglo VII. Fue versado en las Escrituras, virtuoso y amante de compartir con los monjes y misioneros, de los que aprendía. Fue discípulo de San Fursey (16 de enero) y junto a este, y junto a San Foillan (31 de octubre), San Ultan (2 de mayo), San Dichull (7 de septiembre) y San Gobain (20 de junio) llegó a Anglia. Allí (o en Irlanda, según la versión) el grupo conoció a San Vicente Madelgario (14 de julio y lunes de Pentecostés) y su mujer Santa Waldetrudis (9 de abril; 12 de agosto, traslación de la cabeza; 3 de febrero, invención de las reliquias; 2 de noviembre, canonización). Ambos esposos rogaron a Fursey, Ultan y Etto que les acompañaran al continente, y para ellos fundaron el monasterio de Lagny.

Etto peregrinó a Roma, a venerar los sepulcros de los apóstoles y los mártires, allí en Roma fue consagrado obispo y regresó a Lagny. La leyenda le pone predicando junto al obispo San Bertuin (8 de septiembre), aunque la leyenda de este no menciona a Etto para nada. Predicó el Evangelio en los Países Bajos junto con algunos compañeros. Construyó una iglesia en Maloigne, y luego de años de apostolado tuvo la inspiración de dedicarse a la vida eremítica, a la par que a la evangelización. Eligió un sitio junto al río Corbriol, cerca de Cambrai; era un lugar lleno de zarzas, pero apenas el santo las tocó, estas desaparecieron, dejando un claro donde el santo construyó su ermita. Tuvo la oposición de un tal Jovin, que reclamaba los terrenos como suyos, y por más que el santo ponía razones fue preciso un milagro: los bueyes de Jovin quedaron paralizados al punto de tocar la tierra de Etto. Hasta que su dueño no reconoció el milagro y prometió dejar en paz a Etto, los animales no se movieron.

Entre el retiro y el apostolado, Etto conoció a San Amando de Maastricht (6 de febrero), San Wasnut (15 de mayo) y a San Humberto (3 de noviembre). Desde su ermita irradiaba Etto la luz del Evangelio, ya fuera predicando por los pueblos, que recibiendo a los que buscaban su consejo espiritual, moral o material. Además, realizó varios portentos, como dar la voz a un pastor mudo. Era un verdadero padre de los pobres y los enfermos, a los cuales atendía y por los que más de una vez se enfrentó a poderosos.

Cuando estaba ya mayor y cansado, se retiró al priorato de Fiscau, dependiente de la Abadía de Liesse. Aquí vivió retirado del mundo, absorto en la oración y la penitencia. Al final de sus días reunió en torno suyo a los que le seguían y les instruyó en la caridad y el perdón mutuos, en el cumplimiento exacto de los deberes monásticos o civiles. Les pidió que no estuvieran tristes y de hecho, al darles una bendición especial, los presentes no pudieron sentirse tristes, sino que sentían un gozo tremendo porque su amado padre entraba en la gloria. Luego quedó solo y redobló sus oraciones y penitencias. La noche antes de su muerte tuvo una visión sobre donde debía estar su sepultura. Ocurrió que monjes no habían preparado aún un ataúd, pero el santo les dijo no se preocuparan por ello, que Dios proveería. Recibió los sacramentos y falleció santamente, el 10 de julio de 670, teniendo 65 años. Como había dicho, en el momento de su muerte apareció en el priorato un buey que portaba un hermoso ataúd.

Culto y reliquias.
En 1162 ya consta su culto y numerosas donaciones para el mismo. Sus reliquias eran veneradísimas sobre todo por la gente del campo, para invocar la protección sobre el ganado. A inicios del siglo XVI, por miedo a las profanaciones de los herejes sus reliquias fueron trasladadas a Mons, junto a las de otros santos. Posteriormente regresaron a Liesse en una solemne traslación, y el 22 de junio de 1559 fueron depositadas en un bello relicario. Su memoria se converva en varias iglesias del mundo rural de los Países Bajos, Bélgica y Francia, donde se le conoce como Saint Zé.


Fuente:
-“Lives of Irish Saints”. John Canon O'Hanlon.

A 10 de julio además se celebra a San Erik IX de Suecia, rey y mártir.

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