De Paolis anima a los legionarios «que se han quedado», porque su elección era «a Cristo»
En el sacerdote es Cristo quien actúa
Asimismo explicó que "el primer sentimiento que brota del corazón humano ante tal llamado es casi de miedo e inseguridad; de debilidad y fragilidad". Pero, "¿quién puede sentirse preparado para anunciar el mensaje que viene de Dios mismo?", ha preguntado el purpurado. Pero es precisamente la consciencia de que se trata de un llamado de Dios, "lo que se convierte en la fuerza para tomar valor y dar una respuesta", ha afirmado.
En la amistad con el Señor Jesús el sacerdote encuentra el amigo fiel que lo confirma y lo sostiene. "Es la palabra de Jesús la que hace su paso seguro y su corazón firme y decidido", prosiguió. Por otro lado, el cardenal explicó que por el sacramento "las acciones son efectuadas por el sacerdote, pero son acciones de Cristo y por lo tanto tienen la eficacia de la acción divina". Y añadió que es "en el misterio de la Pascua y de la Eucaristía, que lo celebra y renueva, halla todo su sentido el sacerdocio cristiano". Y "para poderlo celebrar dignamente el sacerdote debe estar dispuesto a responder al amor de Cristo con el amor más grande, con la donación de la propia vida. He aquí el gran don que con el sacerdocio el Señor os hace y os pide: el don de la vida, una vida vivida en el amor generoso, total y gozoso".
Purificación y renovación en la Legión
Estoy seguro -expresó- de que "todos vosotros sois conscientes de todo esto", por la preparación y formación recibida, pero también "en modo particular porque los últimos años de preparación al sacerdocio han coincidido con los años en los cuales la Legión ha sido llamada a recorrer, bajo la guía de la Iglesia, un camino de purificación y de renovación", en vista del Capítulo Extraordinario que elegirá nuevos superiores y aprobará las nuevas constituciones y que tendrá lugar el próximo 8 de enero.
El cardenal De Paolis recordó que "en la Legión de Cristo hubo un momento en el cual el pecado, que había encontrado un lugar en ella y la oprimía, se hizo muy visible y abierto hasta tomar proporciones enormes y alcanzar una publicidad que llenó por largo tiempo periódicos y medios de comunicación mundiales". Así, indicó, "sobre ella se posaron miradas sin piedad que pusieron al descubierto la pobreza y la vergüenza. Fue un momento verdaderamente muy difícil. Cualquier cosa fea que se contara sobre los Legionarios se consideraba como verdad indiscutible".
Los que se quedaron
Este momento díficil para los legionarios "puso a dura prueba su fidelidad a la vocación o por lo menos la pertenencia a la misma Legión. Algunos titubeaban si creer lo que se decía. Otros ante los hechos relatados estaban extraviados y desconfiados: de tal situación, se pensaba y se decía, no puede nacer nada nuevo". Asimismo, ha mencionado que unos pocos dejaron incluso el sacerdocio y otros dejaron la Legión para acudir a las diversas diócesis y fueron recibidos por sus obispos. Decían -explicó el cardenal- "que habían dejado la Legión porque habían sido traicionados por el Fundador y por los superiores que lo había encubierto o no habían revelado la verdad en modo adecuado". Por ello, advirtió, "¡no nos toca juzgarlos! ¡Es un juicio que sólo le toca al Señor!"
Pero del mismo modo señaló que son la mayoría los que decidieron quedarse "porque pensaron que su elección fue hecha a Cristo, que no les había traicionado y no podía traicionarles". A ellos les ha dicho que "con vuestro comportamiento y con vuestra fidelidad, con vuestro sufrimiento y el someteros al peso del oprobio por el pecado de los legionarios, habéis permitido el camino de la purificación y de la renovación de la misma congregación, y la habéis devuelto más bella al servicio del Regnum Christi y de la Iglesia".
De este proceso "de camino penitencial y de purificación en vista de una renovación", el cardenal deseó que "nazca una nueva Legión reconciliada consigo misma y con los demás, capaz de perdonar y de pedir perdón. Las nuevas Constituciones no son el fruto de una técnica jurídica, sino el fruto de un largo examen de conciencia de toda la congregación".
Para finalizar recordó que "Cristo Jesús vino para revelarnos el rostro misericordioso del Padre, a perdonarnos y adoptarnos como hijos". Por esta razón invitó a los nuevos sacerdotes a que "este sea también el rostro de vuestro sacerdocio". La salvación -ha concluido - está colgada del perdón que pende del árbol de la cruz y de él ilumina el mundo y se vuelve esperanza de salvación.
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