«Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y de Marisa, de Armony, de Marietta, ¡Él usa nuestros apellidos!»
El Evangelio del día, con la genealogía de Jesús una larga lista de sus parientes, dio ocasión al Papa para recordar con afecto en la homilía los nombres de algunos de los empleados presentes.
“Una vez escuché que alguien decía: ‘¡Este pasaje del Evangelio parece la guía telefónica!’ No, es otra cosa: este pasaje del Evangelio es pura historia y tiene un argumento importante. Es pura historia, porque Dios, como decía San León Papa, Dios ha enviado a su Hijo. Y Jesús es consustancial al Padre, Dios, pero también consustancial a la Madre, una mujer. Y ésta es aquella consustancialidad de la Madre. Dios se ha hecho historia. Dios ha querido hacerse historia. Está con nosotros. Ha hecho el camino con nosotros”.
Después del primer pecado en el Paraíso, subrayó el Santo Padre, “Él tuvo esta idea: hacer el camino con nosotros”. Ha llamado a Abraham, “el primer nombrado en esta lista” y “lo ha invitado a caminar”. Y Abraham “ha comenzado aquel camino”. Y luego Isaac, Jacob, Judá... “Y así va este camino en la historia”.
Dios, afirmó el Pontífice, “camina con su pueblo. Dios no ha querido venir a salvarnos sin historia. Él ha querido hacer historia con nosotros”. Una historia, reveló, “que va de la santidad al pecado. En esta lista hay santos”, “pero en esta lista hay también pecadores”:
“Los pecadores de alto nivel, que han cometido grandes pecados. Y Dios ha hecho historia con ellos. Pecadores, que no han respondido a todo aquello que Dios pensaba para ellos. Pensemos en Salomón, tan grande, tan inteligente, y terminó, pobre, allí, ¡sin saber cómo se llamaba! Pero Dios estaba con él . Y esto es lo hermoso, ¿no? Dios es consustancial a nosotros. Hace historia con nosotros. Aún más: cuando Dios quiere decir quién es, dice ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y Jacob’. Pero ¿cuál es el apellido de Dios? Somos nosotros, cada uno de nosotros. Él toma de nosotros nuestro nombre para hacerlo suyo. ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Pedro, de Marietta, de Armony, de Marisa, de Simone, ¡de todos!’ De nosotros toma el apellido. El apellido de Dios es cada uno de nosotros”.
“Él, nuestro Dios – agregó el Papa – ha hecho historia con nosotros, ha tomado el apellido de nuestro nombre”, “se ha dejado escribir la historia por nosotros”. “Nosotros – reflexionó– escribimos esta historia de gracia y pecado y Él va tras nosotros”. Ésta, recalcó, “es la humildad de Dios, la paciencia de Dios, el amor de Dios. ¡Es nuestro!” Y esto, constató, hace conmover. “Tanto amor, tanta ternura, por tener un Dios así”:
“Su alegría fue compartir su vida con nosotros. El Libro de la Sabiduría dice que el gozo del Señor está entre los hijos del hombre, con nosotros. Acercándose la Navidad, es bueno pensar: si Él ha hecho su historia con nosotros, si Él ha tomado su nombre de nosotros, si Él ha dejado que nosotros escribiésemos su historia, al menos dejemos que Él nos escriba nuestra historia. Y aquella es la santidad: ‘Dejar que el Señor escriba nuestra historia’. Y este es un deseo de Navidad para todos nosotros. ¡Que el Señor te escriba la historia y que tú dejes que Él te la escriba. Así sea!”
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