Postal para monseñor Juanjo
Alguien ha escrito sobre ti, estas palabras tan hermosas: "En la vida de Juanjo, no hay dias normales, porque su normalidad es el regalo de terminar el día con vida. Se despierta a las cinco de la mañana para comenzar su jornada con el desayuno de la oración, el rezo de Laudes y la celebración de la Misa. Es más que un hombre de Dios, la prueba fehaciente de que Dios les da las batallas más difíciles a sus mejores soldados". Tu libro, desde que fuera presentado por la editorial PPC, se nos ha convertido a todos, no sólo en manantial de paisajes estremecedores, sino en reflexión urgente y permanente de lo que es la vida, de lo que es la muerte, de lo que es la fe. Y así lo proclamas en sus páginas: "Morimos para nacer a otra vida y, cuando morimos, nacemos".
Tú, querido obispo y hermano, has dejado "la voz de tu pueblo" en nuestro corazón, para que aprendamos que todos los pueblos tienen un clamor, una angustia, unas heridas, unos pobres, unas víctimas, unos desgarros sangrantes, unas guerras. Y nos ha comunicado con la ternura de los que aman que "Dios llora en las guerras". Y esas "lágrimas" han empapado nuestras almas hasta la ternura, que tantas veces nos pide el Papa Francisco. Gracias, querido obispo de Bangassou, no sólo por el libro que nos has regalado sino por el testimonio que lo acompaña, y sobre todo, porque nos presentas a un Dios que no juzga, que perdona, que conjuga la misericordia en todas sus acepciones posibles. Gracias por tu "voz", convertida en aldabonazo para nuestras conciencias libres. Y un abrazo enorme a tu corazón de buen pastor.
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