Un ateo, un agnóstico, un cristiano, un judío y un musulmán viajan juntos un año: ¿qué aprenden?
En una entrevista en francés realizada por Global Voices (es.globalvoicesonline.org), el grupo de veinteañeros explicó lo aprendido y experimentado.
Victor, el ateo, asegura que “los franceses están interesados en los temas interreligiosos y en el componente internacional que proporcionamos” y que “un periódico francés nos llamó para decirnos que el artículo sobre nuestro viaje en su página de Facebook era el más compartido y comentado de los últimos dos años”.
Concluido el año de “peregrinación”, todos creen que han crecido como personas y han ampliado su visión de las cosas, pero sin grandes cambios en su autodefinición religiosa.
Josselin se define como agnóstico, y dice que no ha dejado de serlo con el viaje, aunque luego explica su peculiar definición de agnosticismo: “Creo en Dios, o en todo caso en lo que yo llamo Dios, pero sin incluirme en ninguna religión concreta o práctica religiosa particular. Después de este viaje, estoy aún más convencido de que todos tenemos el mismo Dios y que, por ejemplo, tanto cristianos como musulmanes simplemente toman caminos distintos para acercarse a Dios”.
Samuel, el cristiano, se sintió cuestionado en el trayecto asiático del viaje: “los tres meses en Asia desde diciembre hasta febrero, de Bombai a Yakarta pasando por Tokio, Pekín y Kuala Lumpur… Esta región es un desierto de comunidades cristianas y puede parecer difícil no sentirse solo. Son momentos de gran pobreza que me permitieron enraizar mi fe en un buen terreno, el cual no requiere un contexto favorable para dar frutos”.
Ilan, judío, asegura que “a través del encuentro con los Demás, reforcé mi sentimiento de pertenencia a la comunidad judía, a su historia única y a sus valores universales. El viaje ha terminado “convirtiéndome” a la fraternidad sin olvidar, en ningún momento, quién soy y de dónde vengo. Este doble efecto -cuestionarse a uno mismo y reforzar tu identidad- me parece fundamental cuando nos proyectamos en los encuentros con otras personas, los cuales también son bellos y gratificantes”.
Ismael, el musulmán, afirma: “este viaje me ha abierto al mundo mucho más de lo que pensaba. Hemos hablado muy a menudo de temas interreligiosos durante este viaje y de mis dos años como miembro de la Asociación Coexist (CoexistFoundation.org). Como musulmán, siempre me ha hecho feliz trabajar con personas de confesiones diferentes. Sin embargo, con musulmanes que no son sunitas, yo era menos abierto y un poco desconfiado. Durante este viaje, tuve la oportunidad de ver la división existente en la comunidad musulmana mundial. Tengo la esperanza de que podemos hacerlo mejor, ya que siempre me acordaré de aquel día tras la oración del viernes en la gran mezquita de Muscat, en Omán, donde pude rezar, sin saberlo, junto a un ibadí y un chiíta. Ese día fortaleció mi creencia de que queremos vivir juntos y que siempre se puede encontrar a personas dispuestas a ayudarnos”.
Para el ateo, Victor, es importante “dialogar no solo entre creyentes, sino también entre no creyentes, humanistas y, finalmente, todo el mundo. En Francia existe un tercio de la población que es creyente, un tercio no creyente y otro tercio de agnósticos. Por lo tanto, dado que el diálogo interreligioso es para nosotros una herramienta de cohesión social, es necesario dialogar con todos. Mi visión del mundo se fortalece cuando estoy en contacto con los demás. Es lo que nosotros llamamos el efecto espejo. Además, hemos sabido identificar la línea entre la afirmación de nuestra identidad y la receptividad a la del otro. Esto es lo que llamamos Coexistencia Activa que es el punto fundamental del mensaje de la Asociación Coexist”.
Aunque en el proyecto original una chica judía llamada Raffaëla iba a participar en el viaje (incluso salía en el tráiler promocional), después se retiró del proyecto. Los jóvenes buscaron la participación de chicas en las reuniones organizadas por Coexist en distintas ciudades: una atea en Berlín, una cristiana en Turquía, una budista en la India, una musulmana en Singapur y Yakarta…
En el viaje visitaron a personalidades mundiales como el Papa Francisco, el Gran Imán de la mezquita Al-Azhar de El Cairo, y a políticos como Laurent Fabius, el ministro francés de Asuntos Exteriores.
Victor, el ateo, considera que “el encuentro con el Papa fue obviamente uno de los momentos más importantes de este viaje, incluso para los ateos y agnósticos. Reunirse diez minutos con el hombre más mediático del mundo, la mayor autoridad de una de las religiones más mayoritarias del planeta no puede ser menos que impresionante y emotiva. Reunirse con líderes religiosos y políticos es extremadamente importante para nosotros con el fin de conocer lo que piensan con respecto a asuntos interreligiosos y hasta qué punto están dipuestos a comprometerse con este tema. Aun así, hay que dejar claro que la gente que realmente queríamos conocer durante el viaje eran personas corrientes que a pesar de todo trabajan desde hace años por la paz y la reconciliación entre comunidades”.
Uno de los países que más les edificó fue Burkina Faso, en África Occidental, donde, explica Victor, “cristianos, musulmanes y animistas viven en perfecta armonía gracias a una tradición centenaria de “parenté à plaisanterie” (relación basada en bromas entre etnias). Esta tradición trata de crear lazos sociales a través del matrimonio interétnico y, a menudo, interreligioso, calmando las tensiones a través de la risa. Las etnias que bromean mutuamente también son etnias unidas por matrimonios. En una misma familia en Burkina Faso puedes encontrar varias religiones que coexisten y conviven pacíficamente. Bromear significa además expresar estereotipos sobre los demás oralmente, para decirse lo que se piensa y así reducir las tensiones o frustraciones en todas las clases sociales de la población”.
En cuanto los líderes religiosos que trabajan por una coexistencia edificante, Victor asegura que, además del Papa Francisco, “el gran imán de Al-Azhar también va en esa dirección respecto al Islam y pide a los musulmanes que coexistan activamente con las demás religiones. Y líderes religiosos menos conocidos como el Gran Rabino de Polonia o el Patriarca maronita [católicos orientales] de Líbano son figuras pioneras en diálogo y acción interreligiosa”.
Más allá del viaje, los jóvenes desean ahora “crear un movimiento basado en el InterFaith Tour. Un nuevo equipo realizaría el viaje cada año para descubrir nuevas zonas del mundo o continuar con el trabajo que comenzamos en países en los que no pasamos suficiente tiempo.”
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