A rayas
El éxito no es el final;
el fracaso no es la ruina:
lo que cuenta es el coraje de continuar.
-Winston Churchill-
Paseaba por la calle cuando un hombre joven se detiene junto a mí y me dice:
-¿ No me recuerda?
-Pues así, de pronto... no
-Soy su exalumno Pedro Galván
-¡Ah, sí! Ahora sí, claro. Como estás tan alto, con gafas y bigote...
-Claro, claro. Usted, sin embargo, no ha cambiado
-Gracias, hombre. ¿Qué es de tu vida? ¿Cómo sigues?
Me mira socarrón y me dice sonriendo:
-Como siempre: a rayas.
Y me acordé de la anécdota. Pedro era un alumno, si no brillante, tan poco vulgar. Era fácil contar con él para cualquier iniciativa positiva, generosa y altruista. Pero casi con esa misma facilidad, lo encontrabas metido en casi todos los altercados.
Un día, después de hablar seriamente con él, le digo:
-Vamos a ver, Pedro. Supongamos que una persona buena es blanca, blanca y una persona no buena es negra, negra. Tú, ¿cómo serías?
Estuvo un momento pensativo y después me respondió:
-Como las cebras, a rayas: Unas veces bueno; otras, menos bueno.
Yo, Pedro, ¿te acuerdas? me quedé sorprendido de tu certera ocurrencia, porque, efectivamente, tú , como la inmensa mayoría de las personas, tenemos cosas buenas y menos buena. Es normal. El secreto está en adquirir recursos educativos para intentar ampliar lo más posible la raya blanca al mismo tiempo que tratamos de reducir la negra.
Y eso se adquiere con esfuerzo y constancia. La constancia constituye uno de los grandes pilares para la consecución de cualquier objetivo. Se trata de hacerse un propósito y no parar, ni darse por vencido, a pesar de las dificultades. Así nos hacemos fuerte: a base de tesón y firmeza. Y si después del esfuerzo constante aún queda alguna raya o mancha negra, no importa: lo importante es luchar
-¿Te acuerdas, Pedro?
-Ahí andamos, profe.
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