¡Magistral Magister!
“En casi todas las diócesis de Alemania –advierte Magister- ya se dan la absolución sacramental y la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar”.
Y no queda ahí la cosa: “Los obispos alemanes –agrega- también aspiran a que se bendigan en las iglesias las segundas nupcias civiles, que se dé la comunión eucarística también a los cónyuges no católicos, que se reconozca la bondad de las relaciones homosexuales y de las uniones entre personas del mismo sexo”.
Y entre tanto, me pregunto: ¿A qué obedece tan sepulcral silencio desde Roma?
No en vano, afirmaba desafiante el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal alemana, esto mismo: “No somos una filial de Roma. Cada conferencia episcopal es responsable del cuidado pastoral en el propio contexto cultural…”.
La salida “luterana” de Marx me recuerda en parte a la reciente audiencia de Francisco con la “arzobispa” luterana de Suecia, y a sus propias palabras pronunciadas al término de la misma y reproducidas en el portal Infovaticana:
“Las temáticas relacionadas con la familia –dijo Francisco entonces-, el matrimonio y la sexualidad no pueden ser silenciadas o ignoradas por temor a poner en peligro el consenso ecuménico. Sería una pena si sobre estas cuestiones tan importantes se consolidasen nuevas diferencias confesionales”.
La pregunta es esta: ¿Qué precio tendría ese pretendido “consenso ecuménico”: acaso el de la mismísima Doctrina de Cristo?
En Alemania ya se están pagando las treinta monedas de plata, y no hace falta viajar tan lejos para hacerse una fe a la medida.
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