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Novios del Papa Francisco

Los que llevamos muchos años en el apostolado de la familia, recibimos con alegría esta catequesis del papa Francisco sobre el Noviazgo.
   El noviazgo es un tiempo precioso para conocerse y para formar un proyecto de vida en común, después de un conocimiento sincero. El hombre para la mujer y la mujer para el hombre maestro y maestra sinceros durante este tiempo, limitado pero imprescindible.
   “Ciertamente es algo bello que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor recíproco. Paro la libertad del vínculo requiere una armonía consciente de la decisión, no solo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento.
   El noviazgo, en otros términos, es el tiempo que los dos están llamados a realizar un trabajo bello sobre el amor, un trabajo participado y compartido, que va en profundidad. Se descubre poco a poco el uno al otro: el hombre <aprende> acerca de la mujer, aprendiendo de esta mujer; la mujer <aprende> acerca del hombre aprendiendo de este hombre. No subestimemos la importancia de este aprendizaje: es un compromiso bello, y el mismo amor lo solicita, porque no es solamente una felicidad despreocupada, una emoción encantada…”
   La mera atracción física y emocional no pueden ser el  criterio de un noviazgo. Preparan también inmediata. “Quien pretende querer todo  e inmediatamente, cede también sobre todo –e inmediato- en la primera dificultad (o en la primera ocasión). No hay esperanza para la confianza y la fidelidad de la donación de sí mismo, si prevalece el hábito de consumir el amor como una especie de <suplemento alimenticio> del bienestar psíquico-físico. ¡El amor no es esto! El Noviazgo se centra en la voluntad  de cuidar juntos algo que nunca deberá ser comprado o vendido, traicionado o abandonado por más tentadora que pueda ser la propuesta.
   La iglesia, en su sabiduría, cuida la distinción entre el ser novios y ser esposos, sobre todo en vista de la delicadeza y profundidad de este evolución. Estemos atentos a no despreciar con u corazón ligero esta enseñanza sabia, que se nutre también de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido. Los símbolos fuertes del cuerpo conservan las claves del alma: No podemos tratar los vínculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna herida duradera en el espíritu”. (1 Co 6, 15-20)
   El papa trata de modo realista loa Cursillos Prematrimoniales. Llegan aquí los novios, en algunos caos un poco empujados; se van contentos. Han encontrado allí la ocasión –quizás única en su vida- para orientarla en términos no banales. “Sí, muchas parejas están juntas tanto tiempo, quizá también n la intimidad, a veces conviviendo, pero no se conocen verdaderamente. Parece extraño, pero la experiencia demuestra que es así. Poe seso, va revaluado el noviazgo como tiempo de conocimiento recíproco y de compartir  un proyecto”.
   El tiempo de noviazgo es para “redescubrir juntos, en forma consciente: la oración en su dimensión litúrgica, pero también en aquella <doméstica>, de vivir en familia; la Confesión, a la cual regresar con alegría frecuentemente después de tanto tiempo; La comunión, en la cual el Señor viene a morar en los novios y les prepara para acogerlos verdaderamente el uno con el otro <con la gracia de Cristo>; y la fraternidad con los pobres y con los necesitados, que nos provocan a la sobriedad compartida. Todo esto lleva a preparar la celebración del Matrimonio en forma distinta. ¡No mundana sino cristiana!”
 

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