Francisco y Ruhani: por un resurgir de los cristianos en Oriente Medio y del islam iraní
Existe ante todo, un motivo de esperanza: en el Vaticano no se veía a un presidente iraní desde los tiempos de Mohammed Khatami (1995-2005), deseoso de abrir un diálogo cultural y religioso entre Irán y la Iglesia católica. Lamentablemente a Khatami le sucedió Mahmoud Ahmadinejad, quien con sus negaciones sobre el Holocausto y sus amenazas (verdaderas o presuntas) contra Israel y la comunidad internacional enfrió todo contacto.
El retorno de un representante de la corriente moderada, de la cual forma parte Ruhani, hace esperar que se vaya hacia un diálogo cultural y respetuoso, capaz de ofrecer señales para una convivencia de las religiones y de los pueblos. Esto es positivo para el Vaticano y la Iglesia católica, a menudo calificada por el mundo islámico como “representante de la religión del Occidente”, al que se atribuyen el materialismo, el colonialismo y la inmoralidad, y que es utilizada como fácil chivo expiatorio en Pakistán, Irak, Egipto… Para atacar al Occidente se agrede a los cristianos, si bien ellos son orientales, radicados en esas tierras desde muchos siglos antes del islam.
Es positivo también para el islam iraní. La revolución de Jomeini transformó la tradición chií, imponiendo el control social de la religión y la sharia (a imagen de Arabia saudita), además de la lucha contra todos. Pero el islam chií fue siempre místico y más abierto al diálogo con las culturas. Aun ahora, fruto del compromiso de Khatami, resisten institutos para la producción de la enciclopedia islámica, que presenta en decenas de volúmenes la influencia y el diálogo del islam con las ciencias, las filosofías, las religiones. Yo mismo he podido visitar el año pasado la Universidad de las Religiones y Denominaciones de Qom, especializada en traducciones de libros sagrados cristianos, hindúes, budistas… Un grupo de ellos ha traducido en persa el Catecismo de la Iglesia católica, con una introducción del cardenal Jean Louis Tauran.
El retorno al rostro dialógico y místico del islam chií sería un bien también para la sociedad iraní, donde los jóvenes (casi el 50% de la población) están cada vez más asqueados de los discursos políticos en las mezquitas y del pesado control sobre las costumbres y se alejan cada vez más de los mulás y de los pasdarán [guardias], a quienes tratan con ironía.
Existe también un motivo político de supervivencia: el crecimiento de al-Qaeda y del Isis en Oriente Medio decretó la “limpieza étnica” de los cristianos, que “contaminan la sociedad árabe” con su modernidad y apertura. Involucrar a Irán en la lucha contra el Isis y en el diálogo sobre Siria, Irak y el Líbano tendría una función correctiva y equilibradora en la maraña de tensiones del área.
En Irán los cristianos están obligados a vivir en un gueto, imposibilitados de misionar, pero viven seguros, sin incidentes ni atentados, con garantías mejores que en otros países del Golfo y de la península árabe.
Hay un motivo de supervivencia también para Irán, en la medida en que crece y se refuerza en el país la corriente moderada. La ola verde, el movimiento de protesta por la elección (manipulada) de Ahmadinejad en 2009, fue sofocado en la sangre, pero los protagonistas y la sociedad civil están aún vivos y no desean otra cosa que liberarse de la cuerda al cuello de los ayatolá y de la mafia económica que se convirtió en organización de los pasdarán. Sin una gestión por parte de los moderados, Irán corre el riesgo de una guerra civil.
La victoria de los moderados abre la esperanza también para que se incrementen los contactos y el comercio con la comunidad internacional. Italia, primer país visitado por Ruhani después del fin de las sanciones, ya ha firmado acuerdos en el cerca de 17.000 millones de euros. Francia, Alemania y Estados Unidos esperan también ellos adquirir una porción del comercio con Teherán.
Desde este punto de vista, el encuentro de Ruhani con el Papa Francisco tiene un valor de “despachar mercaderías en la aduana” de Irán hacia la comunidad internacional, un poco al estilo del rol que ha tenido la Secretaria de Estado vaticana en la relación entre Cuba y los Estados Unidos.
En Irán existen aún muchos problemas relacionados con los derechos humanos: condenas a muerte, prisioneros, censuras, bloqueo de las redes sociales… Pero, exactamente: este es el Irán del pasado, que Ruhani está combatiendo. El éxito del acuerdo sobre lo nuclear, la aceptación de los controles de la ONU y la liberación de los prisioneros norteamericanos son la pista para seguir y suponen la amistad con Ruhani,
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