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¿Tienes miedo de morir?, dijo el yihadista a la monja tras degollar al cura. Creo en Dios, dijo ella

Sucedió después de degollar al padre Jacques Hamel y después de dar por muerto, con cuatro cuchilladas, a Guy, el laico que había venido a misa a celebrar su 87º cumpleaños... allí, en la iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, con el suelo ensagrentado, los yihadistas se pusieron a hablar con las dos religiosas de San Vicente de Paúl que se habían quedado. Otra religiosa, Danièle Delafosse, se había escapado. Danièle, ausente, no pudo ver este diálogo que conocemos ahora porque las otras dos hermanas lo han contado al semanario católico La Vie.

Con los dos hombres aparentemente muertos (Guy estaba consciente pero fingía haber fallecido) los yihadistas, de 19 años, se relajaron. Solo tenían que atender a unas monjas ancianas. Uno de ellos miró a la hermana Huguette Péron y le sonrió.

"Tuve derecho a una sonrisa del segundo", afirma la religiosa. "No una sonrisa de triunfo, sino una sonrisa dulce, de alguien feliz", explica.

La hermana Hélène Decaux, de 83 años, y Jeanine, la esposa de Guy, también de más de 80, pidieron sentarse. Uno de los asesinos aceptó.

"Le pedí mi bastón y me lo dio", afirma la monja.

- ¿Tú conoces el Corán? - preguntó un yihadista a Hélène, ya sentada.

- Claro, lo respeto como respeto la Biblia -respondió ella. La monja trató de reconducir la conversación. - Ya he leído varias suras. Y lo que me llegó particularmente son las suras que hablan de paz... -comentó la religiosa.

- La paz, eso es lo que queremos -respondió el yihadista. - Cuando vayáis a la televisión y habléis con los gobernantes, decid que mientras haya bombas en Siria, continuaremos con los atentados. Y habrá todos los días. Cuando paréis, pararemos.

Y a continuación, cuchillo en mano, preguntó el joven a la anciana:

- ¿Tienes miedo de morir?

- No.

- ¿Por qué? - preguntó él.

- Creo en Dios y sé que seré feliz - respondió la hermana Hélène.

En ese momento, explica a La Vie, se encomendó a la Virgen María y pensó en Christian de Chergé, el superior del monasterio trapense de Tibherin, en Argelia, asesinado con otros seis monjes en 1996 por terroristas islámicos.

El yihadista después habló con la otra religiosa, la hermana Huguette, y el tema no podía ser más teológico ni más central.

- Jesús no puede ser hombre y Dios. Sois vosotros los que os equivocáis- aseguró el asesino.

- Quizá, pero qué más da - respondió la monja, con pocas ganas de hacer teología.

"No quería acercar aceite al fuego [provocar] y no quería decirle lo que pensaba", admite. "Pensando que iba a morir, ofrecí mi vida interiormente a Dios", explica.

"Visiblemente, esperaban a la policía", considera la hermana Hélène. Poco después, los dos hombres intentaron salir utilizando a las tres mujeres como escudo humano. "Pero no se pusieron totalmente detrás de nosotras. Se podría decir que caminaban hacia la muerte".

Después la policía entró en la sacristía y los mató con dos disparos. Fue muy rápido.

La hermana Danièle afirma: "No podemos aceptar esta violencia. Esto es inaceptable. Estos no son verdaderos musulmanes".

Y la hermana Helen plantea: 

" No sé si ellos eran conscientes de sus acciones. No puedo entenderlo". 

Los dos asesinos, recién conocidos
Los dos asesinos de 19 años se habían conocido 4 días antes a través del sistema de mensajería instantánea Telegram, según fuentes del diario Le Parisien.

Adel Kermiche y Abdel Malik Petitjean vivían a varios cientos de kilómetros de distancia. Habrían entrado en contacto por primera vez el 22 de julio a través de Telegram. Kermiche vivía en la casa de sus padres en Saint Étienne du Rouvray, en las afueras de Ruán (noroeste de Francia) mientras que Petitjean estaba domiciliado en Aix les Bains, en la región de los Alpes (este). Este último, a través de ese mismo sistema de mensajería, había lanzado un vídeo en el que, en nombre del Estado Islámico (EI), anunciaba una acción y lanzaba un mensaje para "destruir" Francia y para que otros yihadistas siguieran su ejemplo.

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