¿Puede superarse el declive de la Iglesia en España?
Solo el título ya puede ser sujeto de anatema por quienes vean una crítica, cuando en realidad es la constatación de una evidencia y, sobre todo, la vocación de contribuir a servirla. Obviamente pueden referirse a numerosos hechos que avalan lo contrario de un declive, pero, por numerosas e importantes que sean las excepciones, solo confirman la regla. Lo que sí señalan es que el renacimiento con la ayuda de Dios es perfectamente posible. Pero hoy por hoy, sumando y restando, la realidad es el declive cuantitativo y cualitativo.
Hace poco surgía la información sobre los matrimonios en 2015. Los católicos solo representaban el 22% del total, cuando una década atrás eran el 62%. Significa que la gran mayoría de las personas entre los 28 y los 35 años ya ha prescindido de la Iglesia, incluso como convención social. Cualitativamente, porque su marginación de la esfera pública es creciente. Solo hace falta observar lo que sucede con determinadas leyes de comunidades autónomas emblemáticas del PP, como Galicia y Madrid, para constatarlo, si ni tan siquiera a este partido le interesa las tesis católicas, al menos para sopesarlas y entenderlas en una medida parcial. Es por algo, y ese algo es que no les preocupa la repercusión electoral de normas que frontalmente se oponen a lo que propone la Iglesia.
Generalizar la práctica evangelizadora de lo que se hace bien, parroquia, grupos, métodos, es una necesidad urgente. Para entendernos, y salvando las distancias, el análisis de casos que se aplican en muchas escuelas empresariales de primer nivel, son, sin caer en mimetismos, un buen enfoque. Qué funciona y cuáles son sus características. Estudiarlo, conocerlo, y que cada cual las adapte a su realidad. Esa es una tarea concreta y bien práctica.
Otra segunda, en una vertiente distinta, la previa a la evangelización, es la que han emprendido ahora mismo diversos grupos junto con e-Cristians. Una acción dirigida a los católicos no practicantes, en sus diversas variantes, con el fin de interesarlos y motivarlos en relación a su identidad católica, por cuanto se definen como tales. Una identidad socialmente débil porque se traduce poco en actitudes, juicios y comportamientos, pero identidad, a fin de cuentas, que puede ser punto de partida para una toma de conciencia. Estamos hablando de un público objetivo que comprende más del 60% de la población de 18 y más años. Solo que el 25% tomara conciencia, significaría el equivalente al total de católicos practicantes. A pesar de esta evidencia, de su importancia, este es un territorio virgen. Por eso tiene tanto interés la iniciativa en el ámbito catalán, Católicos pero no mucho, una comunidad que justo comienza en Facebock.
Son dos enfoques, dos métodos entre los posibles para desencadenar acciones a gran escala, que tengan capacidad multiplicadora. Y esta es, también, una vía necesaria.
Hace poco surgía la información sobre los matrimonios en 2015. Los católicos solo representaban el 22% del total, cuando una década atrás eran el 62%. Significa que la gran mayoría de las personas entre los 28 y los 35 años ya ha prescindido de la Iglesia, incluso como convención social. Cualitativamente, porque su marginación de la esfera pública es creciente. Solo hace falta observar lo que sucede con determinadas leyes de comunidades autónomas emblemáticas del PP, como Galicia y Madrid, para constatarlo, si ni tan siquiera a este partido le interesa las tesis católicas, al menos para sopesarlas y entenderlas en una medida parcial. Es por algo, y ese algo es que no les preocupa la repercusión electoral de normas que frontalmente se oponen a lo que propone la Iglesia.
Generalizar la práctica evangelizadora de lo que se hace bien, parroquia, grupos, métodos, es una necesidad urgente. Para entendernos, y salvando las distancias, el análisis de casos que se aplican en muchas escuelas empresariales de primer nivel, son, sin caer en mimetismos, un buen enfoque. Qué funciona y cuáles son sus características. Estudiarlo, conocerlo, y que cada cual las adapte a su realidad. Esa es una tarea concreta y bien práctica.
Otra segunda, en una vertiente distinta, la previa a la evangelización, es la que han emprendido ahora mismo diversos grupos junto con e-Cristians. Una acción dirigida a los católicos no practicantes, en sus diversas variantes, con el fin de interesarlos y motivarlos en relación a su identidad católica, por cuanto se definen como tales. Una identidad socialmente débil porque se traduce poco en actitudes, juicios y comportamientos, pero identidad, a fin de cuentas, que puede ser punto de partida para una toma de conciencia. Estamos hablando de un público objetivo que comprende más del 60% de la población de 18 y más años. Solo que el 25% tomara conciencia, significaría el equivalente al total de católicos practicantes. A pesar de esta evidencia, de su importancia, este es un territorio virgen. Por eso tiene tanto interés la iniciativa en el ámbito catalán, Católicos pero no mucho, una comunidad que justo comienza en Facebock.
Son dos enfoques, dos métodos entre los posibles para desencadenar acciones a gran escala, que tengan capacidad multiplicadora. Y esta es, también, una vía necesaria.
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