Sin electricidad ni agua potable: un misionero explica cómo ayuda Manos Unidas en isla de la Tortuga
Antonio López explica cómo la ayuda que han proporcionado miles de personas a través de sus donativos se materializa en proyectos concretos e indispensables para los que se benefician de ellos. Él mismo realiza esta labor actualmente en la isla de la Tortuga, en Haiti, uno de las zonas más pobres del mundo, donde reside desde 2005.
Antes, ha estado durante más de 30 años como misionero en Nicaragua y en Cuba pero afirma que lo que ha vivido en Haití, el país que fue azotado brutalmente por el terremoto de 2010, no lo había visto antes.
Un Robinson Crusoe
Medio bromeando, este hermano de la Salle asegura que cuando llegó a la isla de la Tortuga se sintió como un auténtico Robinson Crusoe, informa el Diario de Cádiz. Pero si habla muy en serio cuando describe la realidad de aquella zona: sin agua, ni electricidad, ni carreteras, ni los servicios más básicos de salud y educación.
Haití es uno de los países más pobres del mundo
"En la capital, el día a día es duro. Pero a medida que te alejas y te adentras en zonas rurales la situación es todavía mucho peor, especialmente en el norte del país", explica.
Proyectos que salvan vidas
En este sentido, Antonio López afirma que la ausencia de agua potable genera problemas gravísimos entre los haitianos. “Una simple diarrea puede desestabilizar a una familia hasta una situación verdaderamente preocupante al tener que sacar de donde sea dinero para comprar medicinas”, relata este misionero español.
Por ello, habla de la importancia que han tenido dos de los proyectos que Manos Unidas ha realizado en la isla de la Tortuga: “Uno de estos proyectos era para llevar agua potable hasta cinco pueblos que no tenían y otro para la construcción de cisternas familiares que aprovecharan el agua de la lluvia”. Otra de estas actuaciones que ha financiado esta organización de la Iglesia ha sido la construcción de salas de maternidad y del dentista del hospital.
“Conseguir estas mejoras sociales es gratificante”, agrega López, pues “a pesar de todo, vives feliz. La misión engancha”.
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