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Dispuesto a ir a la cárcel por negarse a las bodas gay: han amenazado de muerte a él y a su familia

«Os mataré a ti y a tu familia, así no me molestaréis más. Y lo haré pronto». ¿Qué ha hecho Casey Davis para recibir esta llamada telefónica amenazadora, que se une a las decenas de amenazas que ha recibido en estos últimos días? Este americano, casado desde hace 23 años con Christy y padre de tres hijos, no es peligroso, pero como secretario del Condado de Casey (Kentucky) ha decidido no emitir licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo.

«No quiero discriminar a nadie, pero mi conciencia y mi religión me impiden hacerlo. Lo siento», ha respondido a todas las solicitudes. Davis esperaba que la reciente sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que ha legalizado el matrimonio gay, dejase espacio para la libertad religiosa «garantizada por la primera enmienda», pero el gobernador de Kentucky, Steve Beshear, le ha respondido así: «Emite esas licencia o despídete del trabajo». Lacónico el comentario de Davis a tempi.it: «Esto no me parece justo, también yo tengo derechos y para defenderlos estoy dispuesto a ir a la cárcel».

-Señor Davis, retrocedamos un poco. ¿Por qué el gobernador de Kentucky le ha planteado un ultimatum tan duro?
-Tras la sentencia del Tribunal Supremo, muchas parejas del mismo sexo me han llamado por teléfono para pedirme una licencia matrimonial.

-¿Emitir estas licencias forma parte de su trabajo?

-Ciertamente, he sido elegido en dos mandatos consecutivos. Entre mis deberes está la emisión de licencias para barcos, registrar los actos de propiedad y muchas otras cosas. El año pasado emití 29 licencias matrimoniales, por lo que no es la parte más gravosa de mi trabajo. Pero la cuestión es otra.

-¿Cuál?
-Hay muchas personas que no quieren la licencia en sí, sino que lo que quieren es que la emita yo y quieren obligarme a ello, sabiendo lo que pienso al ser cristiano. Yo no quiero discriminar a nadie, pero a todos les he respondido: “Lo siento pero no puedo, no puedo en absoluto emitir licencias para parejas del mismo sexo”.

-¿Por qué?
-Mi conciencia y mi fe me lo impiden. Esta sentencia va contra todo lo que yo creo en lo profundo de mi corazón y también contra el derecho natural. Yo me esperaría, por parte de la ley positiva, respeto por el derecho natural y la libertad religiosa. Pienso que tengo derecho a vivir mi vida, a ocuparme de mi familia sin tener que preocuparme de recibir amenazas todos los días porque vivo de manera distinta a los otros.

-¿Ha recibido amenazas?
-Sí, mi familia y yo recibimos continuas amenazas telefónicas.

-El matrimonio gay ya es legal. Si usted no emite las licencias, ¿quién lo hará?
-Hay muchos otros secretarios de condado. A quienes me han llamado por teléfono les he respondido: “Yo no puedo, pero podéis pedírselo a otros”. O se puede idear un sistema electrónico que las emita, como se hace con otras licencias.

-¿Es verdad que otros 57 secretarios de condado tienen problemas de conciencia como usted?
-Sí, lo es.

-Su postura ha levantado una gran polvareda mediática, hasta el punto de que el gobernador de Kentucky le ha convocado en su despacho. ¿Cómo ha ido el encuentro?
-Hemos discutido durante casi una hora. Y al final me ha dicho: “Hay dos posibilidades: o emites las licencias matrimoniales o dejas el trabajo”. Pero esto no me parece justo. Fui elegido para hacer este trabajo y le he pedido que simplemente convoque una sesión legislativa extraordinaria para afrontar este problema y garantizar el respeto del derecho a la libertad religiosa. El legislador debe proteger a todos, no sólo a un grupo de personas o a una facción. A todos.

-¿Por qué el gobernador no ha querido convocar esta sesión?

-Una sesión cuesta aproximadamente 60.000 dólares y él ha dicho que no quería gastarse ese dinero. Pero creo que el verdadero motivo no es el dinero.

-¿Qué otros motivos podría haber?
-Uno de estos es la idea de que más pasa el tiempo, más la gente se sentirá intimidada, por ejemplo, por los tribunales. A la larga, el resultado será que ningún cristiano podrá presentarse como candidato a estos cargos, por lo que los cristianos acabarán totalmente expulsados de la vida pública. Pero esto está mal, porque yo debería poder servir a Dios libremente, según el proyecto que él tiene para mí, y hacer mi trabajo, o cualquier otro tipo de trabajo, sin que sienta que mi vida está en peligro, sin que se amenace a mi familia y sin que un gobernador me diga: haz lo que te digo o vete. Esto está mal, esto no es lo que prevé la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

-¿Usted dejará el trabajo o emitirá licencia como le ha pedido el gobernador?

-No.

-¿Qué podría suceder?

-El gobernador ha sido suficientemente claro: ha dicho que la gente como yo deberá vérselas con la ley y con los jueces. Si acabo en un tribunal diré bajo juramento que esta nación siempre ha estado unida en favor de la libertad y de la justicia para todos. Y que todos significa todos, no sólo dos o tres.

-Sin embargo, el Tribunal Supremo ha garantizado un nuevo derecho para las parejas gays.

-Yo no le pido al Tribunal Supremo que cambie su sentencia, no estoy pidiendo recibir un trato especial; pido sólo que nadie me impida seguir a Dios, obedecer mi conciencia y ser libre.

-¿Se había imaginado usted en algún momento que la sentencia del Tribunal Supremo le habría creado este tipo de problemas?
-No. Cuando me eligieron secretario de condado, juré sobre la Constitución de Kentucky. Y en la Constitución de Kentucky está escrito que el matrimonio es sólo entre hombre y mujer. Y la primera enmienda dice que todos tienen derecho a la libertad religiosa: una sentencia del Tribunal Supremo no puede negar este derecho, no puede decirme que ya no tengo este tipo de libertad.

-Usted ha declarado a un periódico local que está dispuesto a acabar en la cárcel. ¿Es verdad?
-Si es necesario, sí. Es verdad que sería la primera persona en la historia de los Estados Unidos que acabaría en prisión por un motivo así, pero creo que es posible.

-¿No sería mejor dejar el trabajo?
-He nacido libre y moriré libre. No tengo intención de vivir bajo una tiranía; confío en Dios y tengo una conciencia y si para seguirlo tengo que ir a la cárcel o perder todo, no me importa. Esto es en lo que creo. Debemos ser fuertes, cueste lo que cueste.

Artículo publicado originalmente en Tempi.
Traducción de Helena Faccia Serrano.

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