La cuesta de enero
Vivir no es sólo existir, sino existir y crear,
Saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
-Gregorio Marañón-
CUENTAN que dos hombres se dedicaron un día entero a cortar leña. Uno de ellos trabajó afanosamente, sin detenerse a descansar. El otro, cada hora, trabajaba unos cincuenta minutos y descansaba otros diez.
Al final del día, este había apilado un buen montón de leña mayor que el primero, el que no paró de trabajar.
-¿Cómo puede ser? Dijo el que no descansó. ¿Cómo puede ser que tú, descansando, hayas cortado más leña que yo que no he parado?
-Es que - respondió el otro - mientras descansaba, afilaba el hacha.
No basta trabajar con las manos; hay que usar la cabeza. Descansar no significa no hacer nada. También se descansa cambiando de actividad: Mientras descansaba, afilaba el hacha.
Es muy útil aprender a descansar aprovechando el tiempo. Y el tiempo de afilar las herramientas, nunca es tiempo perdido.
La principal herramienta en nuestro trabajo somos nosotros mismos. Unos cuantos parones a lo largo del día para conectar con Dios, llenarnos de Él y ponernos a punto, es el tiempo mejor empleado.
Dice José María Pemán:
Trenzando juncos y mimbre
Se pueden lograr a un tiempo
Una cestilla para la tierra
Y un rosario para el cielo. («El divino Impaciente»)
Sabiendo afilar las herramientas, sabiendo conectar con Dios, sabiendo parar a tiempo, no hay cuesta de enero que se resista, aunque ésta dure toda una vida.
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