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Dos Papas que cautivaron al mundo

Se celebra este fin de semana, -27 de abril, en Roma-, la canonización de dos grandes Papas de nuestro tiempo, Juan XXIII y Juan Pablo II. Ha sido una decisión personal del Papa Francisco la de unir a estos predecesores suyos en una misma ceremonia de canonización. ¡Cuántas y qué hermosas pinceladas de sus vidas!

Roncalli fue el primer hombre verdaderamente "moderno" entre los sucesores de Pedro. Llegó al corazón de la gente por su bondad, alegría y cercanía. Wojtyla fue un hombre dotado de una enorme fuerza interior, que hizo vibrar a la Iglesia entera, despertándola de un ensimismamiento peligroso, el de la fijación en sus crisis, empujándola hacia el futuro, al grito de "¡No tengáis miedo!".

El "Papa bueno" conquistó el corazón de la gente por su bondad y mansedumbre, por su sonrisa y buen humor; dio esperanza y consiguió frutos de paz en momentos de inestabilidad; reformó actitudes de los cristianos con gestos de excelente calidad humana y de gran sencillez evangélica. Tuvo la tranquilidad de quienes tienen fe, y por ello se preocupan sólo por el hoy, sabiendo que del mañana se preocupará la providencia. Juan Pablo II se encontró, en 1978, una Iglesia sumida en la crisis, pendiente de sí misma, centrada en sus problemas. Los cardenales pusieron sus ojos en el más joven de los purpurados, sabiendo que era un hombre de oración, un místico, cualidad requerida para sacar a la Iglesia de una crisis especialmente espiritual. Su actitud más característica fue la de evitar soñar con el pasado, concentrando las energías vitales de la Iglesia hacia el futuro: el "huracán Wojtyla" nos hizo mirar hacia adelante, dio una imagen de juventud a la Iglesia, se identificó con la fe del pueblo y apostó por confirmar sus manifestaciones populares.


Juan XXIII y Juan Pablo II cautivaron al mundo. Hoy, sus siluetas resplandecen en los altares. Juan XXIII estableció los cuatro pilares del mundo: "Verdad, amor, justicia, libertad". Juan Pablo II nos animó a la hermosa aventura de testimoniar nuestra fe: "¡No tengáis miedo!". ¡Rogad por nosotros!



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