Header Ads

«La Iglesia creía que casarse era algo tan natural como la vida misma... pero ahora eso ha cambiado»

El padre Nicolás Álvarez de las Asturias es catedrático de Historia del Derecho Canónico en la Universidad San Dámaso de Madrid y desarrolla su trabajo pastoral en Santa María de Caná (www.smcana.es), parroquia conocida como “la catedral de Pozuelo”, cerca de Madrid, por su enorme vitalidad. Su experiencia parroquial es, por la tanto, la vivida en una de las mejores parroquias de España y en la ciudad de mayor renta del país. 

Ha editado en Palabra una selección de textos que analizan los desafíos de la familia titulado “Redescubrir la familia: Diagnósticos y propuestas”. Es uno de los 13 autores que en él reflexionan sobre el matrimonio en la Iglesia, la educación afectiva, la transmisión de la fe en familia, la necesidad de acompañar a la familia espiritualmente y de sanar sus heridas. De fondo, se constata que la familia cristiana choca con los ritmos y modelos de la sociedad actual, consumista y hedonista.

- Los cristianos antiguos lograron que su modelo de familia se impusiese al modelo pagano... ¿Qué han de hacer los cristianos modernos para que vuelva a pasar esto? ¿Pedir a Dios un Constantino o un Carlomagno? Ellos convirtieron usando sus espadas y poder político...
-Ese "modelo" de familia cristiana tardó siglos en imponerse. Yo prefiero hablar de un proceso de "cristianización del matrimonio", porque el matrimonio es una realidad anterior al cristianismo que, gracias al mensaje de Jesucristo, pasa a concebirse en unos parámetros más acordes con la dignidad de la persona y la lógica del amor.

»El papel de los políticos en aquel proceso, más con sus leyes que con sus espadas, fue grande pero no determinante. Los mismos que elaboraban leyes que protegían el matrimonio querían saltárselas.

»El elemento decisivo lo constituyó la formación de una cultura verdaderamente cristiana. Creo que ahí está la respuesta: generar una cultura que sitúe a la familia cristiana como el mejor lugar para vivir y crecer y como una escuela donde se aprende a acertar en la vida. Podemos aceptar que lo nuestro es más difícil mientras defendamos que también es más bonito y más feliz.

»Este tipo de cultura tiene que ver sobre todo con el testimonio de una vida familiar de la que uno puede sentirse contento y orgulloso a pesar de las dificultades.

- Dígame el nombre de 3 canonistas europeos que hayan escrito algún libro de divulgación sobre el matrimonio para cristianos alejados o para no creyentes...
- La divulgación no se encuentra entre las especialidades de los intelectuales; desde luego no entre las de los canonistas. Me atrevería a ponerle como ejemplo la colección del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de Navarra. En ella, a través de breves textos escritos por canonistas de gran prestigio, encontrará usted el esfuerzo de divulgación que pide. Los lectores determinarán si eso se ha logrado.

- En el Sínodo y fuera del Sínodo se habla una y otra vez de "acompañar" a las familias... ¿Cómo puede acompañar un clero sobresaturado de tareas como el actual?
-Imagino que es cuestión de prioridades. La falta de tiempo no es un problema sólo de sacerdotes sino de la sociedad moderna en general. Y por eso cada uno debe encontrar su propia solución. Aún así, casi siempre suele tenerse tiempo para lo que interesa.

- Hablando de acompañar... ¿puede decirme, a modo de ejemplo, 4 o 5 realidades eclesiales que "acompañen" de forma eficaz a las familias cristianas? Si una familia le dijera a usted "buscamos una realidad que nos acompañe" ¿qué catálogo de opciones les daría?
- Hay una principal y evidente: sus propias parroquias. En la vida normal de cualquiera de ellas se ofrecen muchos elementos que acompañan el camino de la familia. Por encima de todos, los sacramentos. Y hasta en las parroquias rige en cierto modo la "ley de la oferta y la demanda": si hay familias que solicitan un acompañamiento especial, fácilmente encontrarán una respuesta en el propio párroco.

»Además, en la Iglesia hay muchos movimientos y asociaciones que buscan apoyar a la familia y nutrirla espiritualmente. Por citarle algunos que he conocido fruto de mi actividad pastoral: Congregación Mariana de la Asunción (www.cmasuncion.org), Asociación Mater Dei (www.mater-dei.es), Equipos de Nuestra Señora (www.equiposens.org), grupos de matrimonios de Schoenstatt (ligafamilias.schoenstatt.es)... Conozco matrimonios y familias enteras a quienes la participación en estas realidades les ayuda mucho.

- A nuestros hijos de 8 años les obligan a cursar 2 años de catequesis antes de tomar la Comunión. ¿Cuándo la Iglesia exigirá al menos cursos de 6 meses antes de casarse? ¿Quién debería impartirlos y qué deberían tener claro las parejas asistentes?
- La Iglesia hasta ahora exige poco o casi nada para el sacramento del matrimonio por un convencimiento de que casarse es algo tan natural como la vida misma; digamos que es algo que desde Adán y Eva todos han hecho. Sería como tomar una decisión en una dirección en la que el viento va a favor. No olvidemos que hay un derecho de toda persona a casarse, lo que dificulta justificar odiosos requisitos.

»Hoy nos damos cuenta de que todo esto ha cambiado. Aunque la persona es siempre la misma, hay que valorar la incidencia de la cultura en ella. Por esa influencia cultural, lo que fue fácil para Adán y Eva ya no lo es tanto en nuestra época. Pero volvemos al tema de la cultura…

»No hay duda de que en esta situación la actual preparación al matrimonio resulta insuficiente. La cuestión del tiempo puede responderse "a la gallega": dependerá de las distintas situaciones en las que se encuentren los que solicitan contraer matrimonio. Al hombre de hoy el "café para todos" puede resultarle insoportable a ciertas edades y ante determinadas situaciones.

»La cuestión sobre qué deberían tener claro al salir de ese curso de preparación parece la fundamental. Qué sepan al llegar y quiénes les instruyan es secundario. En cualquier caso los matrimonios tendrían mucho que decir en estos cursos.

»Deberían salir sabiendo dos aspectos esenciales del matrimonio: por un lado, que es un camino de felicidad y plenitud inseparable de sus reglas de juego (nosotros las llamamos "propiedades esenciales" y "fines"); por otro lado, que en esa aventura no están solos sino que cuentan principalmente con las fuerzas de Dios y también con los medios que la Iglesia pone a su disposición.

- En el matrimonio cristiano, el marido se compromete a amar a su esposa como Cristo amó a la Iglesia. ¿Qué validez tiene el consentimiento de un bautizado alejado de la fe, que no sabe cómo Cristo amó a la Iglesia, que quizá no cree ni en Cristo cuando dice "sí quiero"?
- Estaremos de acuerdo en que, aun sabiéndolo, jamás un marido amará a su mujer como Cristo ama a la Iglesia…

»Lo que hacen marido y mujer es adquirir el compromiso de amarse conyugalmente. Y ese amor, preciosamente reflejado en la fórmula del matrimonio, Dios lo convierte en signo de ese otro amor mucho mayor y grandioso, el de Cristo por su Iglesia. Y para plenificar y perfeccionar el amor humano, ya de por sí maravilloso, da su Gracia.

»Así, el consentimiento del bautizado vale en la medida en que manifiesta al otro contrayente ese amor verdaderamente conyugal. Y por su condición de bautizado se convierte en ese signo de otro amor más grande, incluso sin saberlo. No obstante, con una inadecuada disposición no recibirá la Gracia sino sólo el sacramento. Y esto supone una gran pérdida.

- ¿Animar a casarse por la Iglesia a bautizados no evangelizados -que no tienen fe- no es parecido a animar a ir a comulgar a personas que no están en gracia, o a cristianos evangélicos que no están en plena comunión?
- La cuestión es cuándo hay que animar a casarse. Hoy día eso requiere un peculiar discernimiento por la inmadurez que suele manifestarse ante cualquier tipo de compromisos. Y por lo complicado que, de resultas, está siendo saber amar de verdad.

»Quien está en condiciones de casarse, porque efectivamente parece que sabe amar de verdad, si está bautizado en la Iglesia católica, solo puede contraer matrimonio sacramental, y el modo habitual de hacerlo es "por la Iglesia" (digo habitual, porque existe las posibilidad de pedir dispensa de la forma canónica, pero eso nos llevaría muy lejos).

»Me hago cargo que la doctrina de la Iglesia resulta difícil de entender hoy, pero el matrimonio es sacramento si lo contraen dos bautizados y no porque se celebre en la Iglesia. Al ser necesariamente sacramento se pretende que los bautizados se casen "por la Iglesia".

- Hay gente que estudiando en España se saca títulos universitarios según legislaciones de otros países (EEUU, etc...) ¿Podría la Iglesia promover una figura civil legal, un "matrimonio no divorciable", que convalidara un matrimonio realizado según una ley civil extranjera -de la Santa Sede, por ejemplo? 
- Sería de desear que los ordenamientos civiles tutelasen más eficazmente las propiedades esenciales de todo matrimonio, que son la unidad y la indisolubilidad. No necesariamente matrimonio civil debería ser sinónimo de matrimonio "divorciable". Es más; si esto cambiara en la dirección que usted propone, la cultura occidental comenzaría a recuperar un valor humano tan fundamental como es el de la estabilidad familiar.

»Entiendo, eso sí, que esos cambios legislativos no deben ser obra de la Iglesia, si por ésta se entiende a sus pastores, sino más bien fruto de la iniciativa de tantos cristianos en el terreno de la política, en el que gozan, a Dios gracias, de un amplio margen de libertad.
Y, desde luego, no logro imaginar un sistema de "convalidaciones" al respecto.

- Si la regulación natural de la fertilidad es tan importante, y la contracepción tan dañina, ¿por qué nunca hemos escuchado a ningún párroco predicar sobre ello en domingo? ¿Qué porcentaje de párrocos españoles calcularía usted que predicó sobre este tema en los últimos 36 meses?
- Me pide un cálculo que no estoy en condiciones de hacer. Probablemente su inquietud —un tema indudablemente tan importante y tan olvidado en la predicación— deba responderse, en primer lugar, recordando que la homilía dominical no es, ni debe ser, el único medio de formación para el pueblo cristiano. La constatación de que de hecho es el único para la inmensa mayoría, debe llevarnos a utilizarla mejor, pero no a renunciar a otros ámbitos de formación, en los que temas como el que menciona tienen una cabida mejor.

»Por otra parte, la homilía tiene una función específica. El Papa la ha explicado con detalle en la Evangelii Gaudium (y con un conocimiento verdaderamente "pegado a la tierra" de la realidad).

»Quizás un modo concreto de resolver el problema que apunta, se encuentre en las recomendaciones del Directorio, publicado recientemente por la Congregación para el Culto Divino. Allí se anima a aprovechar las homilías para explicar todo el Catecismo de la Iglesia Católica cada tres años. Pero con esto, un tema tan importante como el que menciona, saldría a relucir una única vez cada tres años…  Hay que apuntar, pues, a otros ámbitos de formación para éste y tantos otros temas.

- En cierto capítulo del libro "Redescubrir la familia" se habla de la necesidad de tener personal voluntario o asalariado en las diócesis como "orientadores familiares". En un país como España, ¿cuántas personas a sueldo -por ejemplo, cada 100.000 habitantes- debería tener un diócesis en esta tarea? 
- Si la situación de las personas es la que estamos diciendo y la cultura en la que nos movemos favorece tan poco la vida familiar, resulta lógico poder ofrecer a las familias ayuda concreta en su camino; una ayuda profesional por ser ofrecida por personas capacitadas para ella, al menos con el mismo rigor con el que nos capacitamos para desarrollar nuestra vida laboral. Si esos profesionales deben ser remunerados o voluntarios es una cuestión secundaria; como lo es si deben ser iniciativas propiamente eclesiásticas o de cristianos bien formados que hacen de esta orientación su trabajo, del que legítimamente esperan vivir.

»Cuántos harían falta depende de las necesidades de cada diócesis; pero sin duda más de los que actualmente tenemos a disposición. Sus tareas son muy amplias. Siempre que se pueda debe ofrecerse ayuda para superar las crisis (que deberían ser momento de crecimiento si se viven bien). A veces, ayudar a que las relaciones ya fracasadas no continúen dañando ni a los protagonistas ni a los hijos.

- ¿Alguna cosa que querría recordar a las familias cristianas en estos tiempos de debate y cierto desconcierto sobre la familia cristiana?
- Que cuentan con un alimento espiritual maravilloso al alcance de la mano, junto con el recurso frecuente a los sacramentos: el magisterio de los últimos papas. Pienso particularmente en san Juan Pablo II, "el papa de la familia", y en las preciosas y accesibles catequesis, todavía en curso, del papa Francisco.


This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at http://ift.tt/jcXqJW.

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.